La Demajagua, un pueblito del que el Gobierno cubano solo se acuerda el 10 de Octubre

Redacción

La Demajagua, un pueblito del que el Gobierno cubano solo se acuerda el 10 de Octubre

A unos 10 kilometros de Manzanillo se encuentra el batey La Demajagua, donde hace más de 150 comenzaron las guerras por una Cuba libre… Hoy, es un pueblo abandonado, donde todo se cae a pedazos y del que el Gobierno solo se acuerda cuando se acerca un aniversario del 10 de Octubre…

A cada viajero que se aventura por los casi intransitables caminos que conducen al batey, los pobladores les explican con lujo de detalles que el árbol que crece entre las ruedas dentadas del antiguo ingenio La Demajagua es un vástago del primero que existió y que murió en 1998; que la campana del ingenio fue fundida en Francia, llegó a Cuba en 1860 y a lo largo de su existencia ha sido robada y restituida en varias ocasiones.

Muchos hablan también de la indolencia de las autoridades ante el mal estados de las vías de comunicación que conducen al batey, de la precariedad de sus viviendas y el estado ruinoso de las mismas, de que el agua entra muy de vez en cuando, que los apagones les tocan con más frecuencia que el agua y que hay muy poco que comprar en los mercados.

Opinan que, por el significado de La Demajagua, el lugar debería ser mejor atendido y no acordarse de él sólo cuando se acerca el diez de octubre. En especial esos que constituyen “aniversarios cerrados” y que tanto gustan a la burocracia para realizar “actos de reafirmación”.

De esos los más viejos recuerdan el del centenario, en 1968, que presidió el entonces primer ministro Fidel Castro. Allí el fallecido político lanzaría una de sus tesis preferidas: la de la “continuidad de la Revolución” que le igualaba a él y a los que lo habían llevado al poder con los mambises cubanos que habían peleado tres décadas contra España.

Cincuenta años después, los vecinos de La Demajagua vivieron otro acto apoteósico que reunió a miles de fieles frente a las ruinas del antiguo ingenio.

Se lanzaron consignas y se juró seguir luchando por los principios que enarboló hace siglo y medio Carlos Manuel de Céspedes.

A los habitantes del batey, ni les molesta, ni les preocupa eso; pero quisieran que también las autoridades locales (que estuvieron presentes allí) se preocuparan un poco por mejorar sus condiciones de vida.

Más, cuando, por conmemorarse el 150 aniversario del inicio de las luchas por la independencia se llevaron a cabo obras para que el histórico lugar luciera en todo su esplendor.

Se plantaron diez palmas reales en alusión al 10 del mes 10 y se emplazaron doce astas con bandera para representar a los 12 fieles que permanecieron justo a Carlos Manuel de Céspedes tras el fracaso del ataque a Yara.

También se habilitaron luminarias, se construyó una cafetería, se abrió una sala de navegación y se ampliaron las salas del museo.

Pero, los habitantes del batey, entienden que se debió destinar parte de ese presupuesto para mejorar sus condiciones de vida.

Por lo menos para cumplir las promesas que un día les hicieron, porque les dijeron que iban a hacerles sus casas para el 150 aniversario, pero parece que tendrán que esperar para el 200.