El olvidado caso del cubano que amaneció ahorcado en el Parque de la Rueda de Matanzas

Redacción

El olvidado caso del cubano que amaneció ahorcado en el Parque de la Rueda de Matanzas

Como cada mañana en la ciudad de Matanzas, el sol salió ese día y fue iluminando cada punto del Parque de la Rueda. Poco a poco, sus rayos fueron bañando la enorme ceiba; primero las piedras en círculo, parecido al brocal de un pozo, que resguarda sus raíces, luego el hierro de la rueda dentada que se apoya en su tronco y luego a un hombre que colgaba a cinco metros del suelo.

El ahorcado parecía una especie de vagabundo. Se encontraba descalzo y vestía un abrigo largo que le llegaba hasta las rodillas y un pañuelo blanco en la cabeza.

Quienes pasaron por allí en ese momento, mientras se dirigían a sus trabajos, escuelas, o simplemente se encontraban de paseo matutino, quedaron perplejos al ver el cuerpo del hombre colgando, como si fuera uno de esos relojes con cadena que utilizan los hipnotizadores en las películas de Hollywood.

Mientras avanzaban los minutos, la multitud aumentaba alrededor de la ceiba. Un ciudadano preocupado llamó a una ambulancia; otro, a los bomberos para buscar una escalera y bajarlo; un tercero, a la policía que apareció en el sitio e investigaba si alguien sabía lo que pasó o conocían a la víctima; pero casi todos, en realidad, se preguntaban qué tendría por dentro una persona para suicidarse en un lugar tan público.

La respuesta no tardó mucho en conocerse, de hecho, tomó tan solo unos 30 minutos, cuando el ahorcado, para sorpresa de todos, abrió los ojos.

El presunto cadáver había colocado bajo su abrigo un arnés que compensaba el peso de su cuerpo, no en su cuello, sino el tórax, por lo que el trozo de soga que lo estrangulaba no era más que una decoración.

El hecho sucedió en el marco de la segunda Jornada de Teatro Callejero, un evento que busca llevar las artes dramáticas de las tablas al asfalto y, al parecer, a las ceibas también.

Los hechos relatados con anterioridad sucedieron en el marco de la segunda Jornada de Teatro Callejero, evento que busca trasladar las artes dramáticas de las tablas y llevarlas al asfalto y, al parecer, a las ceibas.

El performance lo efectuó el grupo OVNI y su objetivo era conmocionar al público al enfrentarlos a una situación extrema. Al otro día los actores montaron de nuevo el acto; pero en dicha ocasión en el puente Sánchez Figuera o el de San Luis, como se conoce entre los locales, con un efecto bastante parecido al de la primera vez. Los integrantes de OVNI, a pesar de todo, lograron su meta, impactar a la audiencia, aunque quizás exageraron en el intento.