Cuba es Cuba, pero Varadero y sus hoteles todo incluido son una Cuba aparte

Redacción

Cuba es Cuba, pero Varadero y sus hoteles todo incluido son una Cuba aparte

En un país como Cuba, donde no se reconocen de manera oficial las clases sociales, se puede asegurar que aquellas familias que puede costearse un paquete de “todo incluido” en Varadero de entre 300 y 800 dólares, son un porciento ínfimo de la población.

Según cifras oficiales dadas a conocer por el gobierno, todos los años la cantidad de cubanos que visita un hotel en Varadero está cercana a un millón. Esa es una buena noticia, pero la realidad es que la fabulosa playa y las bondades de los hoteles que allí se encuentran no están al alcance de la mayoría. Un millón de cubanos representa menos del 10% de la población total.

Todas las propiedades de veraneo que poseían las personas de clase alta y media en Varadero, pasaron a menos del Estado luego de la llegada de Fidel Castro al poder en 1959.

La falta de mantenimiento, el descuido, el robo de vacacionistas en villas y hoteles, llevándose desde un candelabro de bronce hasta un lavamanos, provocó que la mejor playa de Cuba entrara en una etapa de indigencia. Resultaba lastimoso ver algunos espléndidos chalets en estado ruinoso por el salitro y la desidia estatal.

Durante los años 80, cuando el otrora paraíso soviético de obreros y campesinos recortó los subsidios a la isla, Fidel decidió apostar de a lleno por el turismo capitalista.

Las casas de los sindicatos fueron expropiadas y remozadas por el Estado. Se rentaba en dólares, la moneda del enemigo. Con la llegada de los 90, los albergues de pioneros al estilo de Tarará y las casas en Varaderos y otras zonas costeras, fueron rentadas a visitantes de otros países.

Varadero pasó a ser una ciudad prohibida. Solo tenían acceso los habitantes y trabajadores del poblado. Se habilitó un puesto de control policial en el puente de entrada. También tenían acceso los familiares y amigos de los “escorias” cubanoamericanos, que, por su poder adquisitivo, ahora eran tratados como reyes.

Fue una etapa cuando menos bochornosa. Los cubanos no podían cenar en el restaurante de un hotel o entrar la habitación de un extranjero en un centro turístico. Éramos ciudadanos de tercera categoría en nuestro propio país.

La situación cambió en 2008, cuando se permitió que cualquier cubano con divisas pudiera disfrutar de las instalaciones turísticas en el país.

Varadero es uno de los sitios predilectos por los habaneros, por la cercanía a la capital, sus hoteles todo incluido y los cientos de casas particulares de alquiler.

Quienes no tienen la billetera muy abultada, por 70 u 80 pesos por persona, pueden viajar en un ómnibus a Varadero y pasarse el día. Cargan con ron barato, comida hecha en casas y abundante agua.

Hay familias que reúnen dinero durante todo el año para alquilar una casa particular en varadero en la temporada de verano. Los precios no son los más asequibles para la media de los bolsillos de los cubanos, ya que el precio de las habitaciones oscila entre los 40 y 100 CUC el día.

Sin lugar a dudas la opción favorita de los pudientes es la del “todo incluido”. De antemano, reservan y pagan en una de las agencias de viajes turísticos (Cubatur, Cubanacán, Gaviota, Isla Azul o Gran Caribe). Una estadía de tres o cuatro noches, puede superar fácilmente los 600 CUC.

La diferencia de precios define la calidad del servicio. En los hoteles de Cubanacán, Gran Caribe o Gaviota se encuentran las firmas españolas Meliá y Barceló, y la comida es más surtida y mejor elaborada. Casi todos los hoteles de esas cadenas son administrados por gerentes extranjeros.