El Caimán de Fernandina de Jagua, la leyenda del monstruo que habló con voz humana en Cienfuegos

Redacción

El Caimán de Fernandina de Jagua, la leyenda del monstruo que habló con voz humana en Cienfuegos

Si hay una provincia cubana que posee numerosas leyendas es sin dudas Cienfuegos. Entre ellas, destaca la del Caimán de Fernandina de Jagua, una historia que se remonta a los tiempos de la fundación de la Perla del Sur y en la que el protagonista es un gran caimán que causó numerosos estragos.

Según contaban los vecinos de los límites del naciente poblado de Fernandina de Jagua, las depredaciones de un gran caimán que habitaba la zona tenían en jaque desde las aves, hasta el ganado, y nadie podía poner un alto a la ferocidad del animal.

Aquellos con una posición económica un tanto más aventajada, se gastaron los pesos en cercar sus propiedades y construyeron corrales para evitar que el caimán entrase y se sirviese la cena a su gusto. Sin embargo, a los que no les sobraba el dinero, no tuvieron más opción que armarse de mucho valor, unos cuantos palos y salir a intentar emboscar al caimán.

La única escopeta de chispa que poseían le pertenecía al Monsieur Bonon, por lo que él fue el designado para acabar con el saurio y poner fin de una vez por todas a su carnicería.

Una noche, se apostó junto a un grupo de voluntarios y esperó con mucha paciencia a que apareciera el presunto culpable de todos los estragos en el pueblo. Ya en horas de la madrugada, divisó una gran figura reptante que se acercaba a los animales, pero cuando levantó su arma para disparar, el “animal” escuchó el chasquido del mecanismo y, volteándose hacia Bonom, le dijo con voz humana: “No me tires, Monsieur, que yo soy tu amigo”

Lo que se formó en ese momento no tuvo nombre. Los “valientes” acompañantes de Bonon salieron corriendo del lugar y no pararon hasta encerrarse en sus casas. Sin embargo, allí se quedó el hombre con su escopeta, apuntando al animal y presto a apretar el gatillo ante el menor movimiento.

Tras la dura piel del animal algo le pareció humano a Bonon, por lo que titubeo los instantes suficientes para que el caimán diese media vuelta y desapareciera.

Nunca más se volvió a saber de aquel animal por Fernandina de Jagua, pero lo sucedido impresionó mucho a sus habitantes, que nunca llegaron a saber si lo que vieron fue en realidad un caimán con la capacidad de hablar, o algún sofisticado ladrón que se valía de tamaño embuste para cometer  fechorías a sus anchas.