Conoce la poco conocida historia de la “madre negra” de José Martí’

Redacción

Al leer el título de esta nota pudiera pensarse que la verdadera madre de José Martí no fue Leonor Pérez, pero no, no pretendemos venir a cambiar la historia. Sin embargo, un dato muy poco conocido es que existió una mujer que, a pesar de ser dos años menor que el apóstol, llegó a considerarse se madre.

Aunque Martí amó profundamente a su madre, hubo otra cubana de piel negra, llamada Paulina a quien este el profesó un cariño muy grande.

Paulina había contraído matrimonio con el cubano Ruperto Pedroso y conoció a Martí durante la primera visita de este a Tampa el 26 de noviembre de 1891. En la vida de combate de Martí, se abrió entonces una nueva luz ante el cariño de aquella mujer negra por él.

Por aquel entonces, la endeble vida de Martí fue cuidada por el médico cubano Miguel Barbarrosa Márquez y por ella, quien estuvo a su lado en momentos muy difíciles. El fracaso del Plan la Fernandina, había asestado un duro golpe a quien durante tanto tiempo había alentado a los emigrados para reunir el dinero necesario para armar una expedición independentista.

Al ver que el plan había sido frustrado y que las autoridades norteamericanas habían apresado las embarcaciones, Martí quedó en un estado de depresión que solo pudo superar gracias a los dedicados cuidados de Paulina y Ruperto. Además, tras el intento de envenenamiento en su contra, que dejó su cuerpo marcado para siempre, pudo salir adelante una vez más por los cuidados de Paulina.

Después de aquel incidente Martí se volvió muy desconfiado y solo pernoctaba en casa de Paulina y se limitaba a comer los alimentos que ella le preparaba. Para el año 1905, Paulina aún vivía en Tampa, en condiciones de extrema pobreza y, durante los primeros días de 1906, viajó de regreso a Cuba.

Paulina muere el 21 de mayo de 1913. Sin embargo, unos meses antes había pedido a varios de sus amigos que cuando llegara su fin, colocaran en su ataúd, una foto que Martí le envió mostrando la emoción y el cariño que siempre le tuvo. En la fotografía, se podían leer unas simples, pero profundas palabras: “A Paulina, mi madre negra”.