Así era La Covacha, el lujoso restaurante que la cantante cubana Omara Portuondo tuvo en La Habana

Redacción

Updated on:

Así es La Covacha, el lujoso restaurante que la cantante cubana Omara Portuondo abrió en La Habana

Lejos del ruido cotidiano de la urbe capitalina, en el habanero barrio residencial de Fontanar, se encontraba un apacible rincón gastronómico La Covacha, cercano al Aeropuerto Internacional José Martí, que fue el sueño cumplido como empresaria de la famosa cantante cubana Omara Portuondo.

Su nombre, más que sugestivo, era su concepto propio de una pequeña cueva familiar e intima, que según sus palabras “fue decorado como si fuera su propia casa”.

La Covacha asombraba a quienes lo visitaban desde que se atravesaba su puerta por sus paredes revestidas en maderas preciosas y llenas de fotografías alegóricas a la trayectoria musical de la reconocida “Diva del Buena Vista Social Club”.

Sus platos tenían un toque propio y un estilo lujoso, que era acompañado a diario por música tradicional cubana en vivo.

El Chef de este restaurante-bar era un amante de las tendencias de cocina más innovadoras y la mayoría de sus recetas utilizaban ingredientes completamente naturales, con el agregado de que muchas veces se terminaban de elaborar delante de los propios clientes.

Entre las ofertas gastronómicas, destaca el entrante de tartar de atún con un crujiente de papel de arroz y una salsa de tamarindo.

“La Novia del Feeling”, quien sigue siendo una de las figuras más queridas por los cubanos, aseguraba que La Covacha dio cima a uno de los sueños de su vida y que había vivido en su imaginación desde los años ochenta del siglo pasado.

Apartado del circuito de restaurantes de moda que han florecido en los últimos años en los céntricos barrios del Vedado, Playa y Miramar, este memorable rincón era una apuesta para los que gustaban de lugares apartados y tranquilos donde disfrutar de una excelente propuesta gastronómica.

La “Srta. Omara Brown” le daba nombre a varios platos y cocteles del restaurante. Precisamente, así se nombraba el mojito de la casa que adquiría un color marrón, haciéndolo uno de los tragos más exóticos del lugar. Por su parte, la Piña Colada “Omara Zu” en su presentación mantenía la base de la fruta, lo que le aportaba más naturalidad y cubanía a la propuesta coctelera. Pero el bar no estaba completo sin el auténtico “Tule city” o “El Covachazo”, trago principal.

Desde hace unos años, y de forma imprevista, el lugar cerró, según nos comunicaron, sin mayores explicaciones para un público que ya comenzaba a habituarse a su sazón.