Vivir sin gluten en Cuba, una enfermedad bastante cara para el socialismo

Redacción

Vivir sin gluten en Cuba, una enfermedad bastante cara para el socialismo

La celiaquía es una afectación autoinmune que afecta a personas predispuestas genéticamente. Cuando esta aparece los médicos ordenan de inmediato a los afectados que dejen de comer gluten. El problema radica en que este ingrediente se encuentra presente en casi todo los alimentos procesas, por lo que comer sin gluten, en un país como Cuba puede resultar un verdadero dolor de cabeza.

A nivel mundial la celiaquía afecta a cerca del 2 % de la población mundial. En Cuba, en particular, la padecen unos 1 200 niños y más de 450 000 adultos, aunque existen muchos más casos no diagnosticados.

Para los niños diagnosticados de celiaquía la vida se hace particularmente difícil porque no pueden comer lo que comen otros en los cumpleaños y están expuestos a que personas poco informadas les ofrezcan alimentos con gluten. Además, una vez que se les diagnostica la afección suelen bajar mucho de peso por el cambio de dieta. De ahí que los padres deban poner mucha atención en ellos.

El Estado cubano les entrega a los celíacos menores de 18 años una dieta que incluye maicena, harina de maíz, harina de maíz, pasta, vianda, arroz, frijoles, aceite, huevo y carnes. Una vez que cumplen los 18, los enfermos quedan por su cuenta y ahí es donde comienza su odisea por la escasez de alimentos que sufre el país.

Los alimentos sin gluten en Cuba son caros y escasos

Los que tienen posibilidades importan del extranjero comidas sin gluten porque los que se venden en Cuba son demasiado caros. Tampoco abundan en las tiendas y la inmensa mayoría de los empresarios privados ni se molestan en preparar sus platos libres de ellos. Sólo unas pocas paladares, panaderías privadas y heladerías en La Habana, ofrecen en sus menús alimentos libres de gluten.

Al final muchos celíacos se acostumbran a “no comer” al tener que llevar una dieta tan rigurosa, lo que los hace inapetentes y provoca que pierdan peso. Cuando se atreven a violar las restricciones alimenticias pueden sufrir crisis diarreicas que les pueden ocasionar una deshidratación mortal.

Desafortunadamente las tiendas recaudadoras de divisas se aprovechan de la escasez de comida sin gluten y la venden a precios astronómicos que la inmensa mayoría de los enfermos no puede pagar.