¿Trinchera para los “tiradores”? La masturbación pública en Cuba

Julio César

¿Trinchera para los "tiradores"? La masturbación pública en Cuba

El tema de la masturbación hace mucho tiempo dejo de ser algo tabú, muchos expertos afirman que se trata de algo completamente natural en los seres humanos, alegando incluso que es beneficioso para la salud.

Pero todo en la vida en exceso es no bueno y hay ciertas cosas que son para disfrutar en privado. Esto es algo que lamentablemente muchas personas en el mundo y en Cuba parecen no entender, donde aquí en la isla no son poco los lugares públicos en que personas dejan fluir su ímpetu sexual de manera muy espontánea.

Uno de los sitios en la capital que más se presta para este tipo de prácticas se halla situado cerca de la famosa Plaza de la Revolución, concretamente en la calle Aranguren, casi esquina a la avenida Boyeros, en uno de los flancos de la Biblioteca Nacional. Se trata de una edificación biplanta cuya construcción quedó a medias y que se encuentra rodeada por los matorrales que abundan en el parque. Este tipo de infraestructuras abandonadas es algo muy común en la isla, donde muchas personas yacen sin vivienda o en albergues, mientras el estado destina recursos y tiempo en proyectos que, según ellos, son de mayor importancia para el país. Incluso muchas de estas personas sin casas van a parar a edificios olvidados como el que este artículo relata.

Sin embargo, nos centraremos en otros tipos de habitantes que suelen confluir en esos sitios, dígase: “los tiradores” o “pajusos” como se conocen en el argot popular, que no son más que individuos que se infiltran en este lugar en distintos momentos del día para ver pasar a las personas y aliviar con esas imágenes mediante la masturbación su apetito sexual. De esta manera el tránsito por las cercanías de este edificio se vuelve una prueba al temple, pues desde su interior se dejan sentir silbidos y susurros que buscan la atención del “objetivo” para así enseñarles todo el armamento mientras lo rastrillan acompañándose de una mirada poco agradable que asoma por encima el nasobuco.

Para este tipo de prácticas se hace un sitio perfecto, pues sus dos pisos les proporcionan a los pistoleros una variedad de vistas inigualable. Ofreciéndoles desde lo más alto una vista muy amplia de toda la calle y desde la planta baja una cercanía con una buena referencia visual. Por allí transitan personas de todos tipos, dígase hombres, mujeres, jóvenes, niños, ancianos una variada gama para todos los gustos de los depredadores; con respecto a esto hay quienes tienen preferencias específicas y otros que cualquier blanco le parece idóneo.

En la guerra todo vale

Este bastión para pajilleros, no siempre fue lo que es hoy. Anteriormente en su lugar existía otra instalación que ocupaba una empresa cubana del Estado llamada Ecimetal. Empresa por la que, en su momento desfiló, el hoy ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca. Aquello pasó a la historia debido a que la superficie en que se levantó el edificio era semipantanosa lo que provocó que poco a poco se fuera hundiendo y perdiendo pisos; hasta que un día se incendió y luego, después de largos años en el olvido, fue destruido.

También, durante el tiempo posterior al incendio y hasta que fuera demolido, sirvió como área de diversión improvisada, donde muchos jóvenes acudían luego de aguaceros a bañarse, pues se inundaba con cierta rapidez. Además de que acogía pequeñas serpientes, conocidas en la isla como juguitos, lo que hacía del lugar un entorno ideal para la recreación, y más si se tiene en cuenta la época donde opciones para divertirse y pasar el tiempo escaseaban.

Hoy el uso que se le da al lugar evoca la frase pronunciada por Raúl Castro: “Todo cubano debe saber tirar y tirar bien”, la cual sale de su boca con el objetivo de reforzar como una consigna más el área ideológica, pero ciertamente terminó usándose más en el área humorística, la cual muchas veces sirve de refugio para los cubanos ante las adversidades del día a día.

Se piensa cuando se camina por estos alrededores que tal vez en lugar de un edificio en ruinas podría aprovecharse el emplazamiento para un fin que alegre un poco la vida del ciudadano de a pie, dígase con una piscina o un parque para los niños quizás. Pero está claro que el disfrute del cubano no es una prioridad inminente para el gobierno y prefieren dejar el sitio como está, habilitado para otro tipo de placeres.