Refrigerador Haier, el invento chino de Fidel que le jodió el agua fría a los cubanos

Redacción

Refrigerador Haier, el invento chino de Fidel que le jodió el agua fría a los cubanos

Cuando, en medio de la llamada Revolución Energética, Fidel Castro, anunció la decisión del Gobierno cubano de sustituir los antiguos refrigeradores americanos y rusos por modernos equipos chinos de la marca Haier, muchos habitantes de la Isla vieron los cielos abiertos.

Inventos aparte – porque hubo hasta quien echó hielo en cascos inservibles para poder tener un refrigerador que cambiar – la idea no parecía mala.

Buena parte de los equipos de refrigeración en manos de las familias cubanas no se encontraban en buen estado y hacía mucho tiempo que habían rebasado su vida útil. Sin embargo, años después, ante lo dificultoso que resulta hoy reparar un refrigerador Haier para sus propietarios, muchos se preguntan si fue una decisión sabia desprenderse de los vetustos refrigeradores americanos y rusos.

“Lo cambié porque el mío ya tenía como 20 años y, por lógica, uno nuevo debía durarme más tiempo. Además, me echaron miedo con lo de las piezas. Decían que ahora el país solo tendría piezas de repuesto para los Haier”, cuenta Isabel quien entregó su equipo de fabricación soviética.

Pero el Haier de Isabel ya se ha roto en dos ocasiones y las piezas de repuesto están desaparecidas del mercado:

“Primero fue la máquina. En el consolidado no había, según ellos, para reponerla tenía que anotarme en una lista y ellos me llamarían cuando entraran las piezas (…) al final, después de tres meses sin refrigerador, llegué hasta uno de los técnicos del mismo consolidado y él me cambió la máquina a domicilio, como trabajo particular, y me cobró 90 CUC”.

Ella sabe perfectamente que las piezas que tienen los particulares son las mismas que están destinadas para las reparaciones, pero se resigna a pagar lo necesario para tener funcionando su refrigerador.

Igual las tarifas oficiales son también bastante altas, afirma Xiomara, quien recientemente tuvo que someter su equipo a una reparación general:

“El técnico vino enseguida a revisar el refrigerador, pero me dijo que no podía cambiarme la máquina, que es lo que está roto, porque no podía montarla en una carcasa tan deteriorada (…) Yo no le veo el deterioro por ninguna parte, pero eso dice él, así que tuve que sumarle el arreglo del exterior al costo de reparación. Si le agregamos el transporte, que lo ponen ellos, el arreglo me sale en 90 y pico de CUC, así que es más o menos lo mismo que te cobran por la izquierda”.

En uno de los talleres de reparación de La Habana, la recepcionista justifica la tardanza en los arreglos por la poca disponibilidad de piezas de repuesto:

“Nunca nos entran todas las piezas a la misma vez (…) Vamos reparando los que se pueden resolver con las piezas que entraron y los que son arreglos sencillos. Eso lo determina el técnico cuando va a tu casa a hacerte la defectación”.

Del desvío de piezas por esos mismos técnicos para inflar las ya altas tarifas dice no saber nada: “Si los técnicos reparan por su cuenta, yo no sé. Aquí la cantidad de piezas tiene que cuadrar con la factura de servicios. Eso es lo único que yo sé”.

Los que adquirieron los Haier hace años no podían imaginar entonces que compraban un problema para toda su vida. Muchos de los refrigeradores ya no existen, pero igual sus “dueños” siguen atados a su pago. Cuando el titular de la deuda muere sin pagarla, el banco presiona a la familia para que siga pagando.

“A nadie le importa que el refrigerador se haya roto, lo tienes que pagar igual” – se queja Xiomara – “Yo sabía que eso podía pasar cuando lo cambié, pero saberlo no me quita la sensación de estafa”

A Elena, otra jubilada con el Haier roto, lo que más le indigna es el andamiaje macabro que se ha montado alrededor de estos refrigeradores chinos y que califica como una industria de la estafa. Para ella el Gobierno de Cuba la engañó al venderle bien caro un electrodoméstico de muy mala calidad por el que tuvo que entregar además, funcionando, otro de calidad probada:

“Me quedé sin refrigerador y seguiré sin refrigerador. Y al Gobierno no le importa. Ellos se quedaron con mi Westinghouse, que tenía hasta las hieleras originales, y me vendieron esta porquería que no duró nada. Hicieron un negocio redondo, ganaron por lo que pudieron aprovechar de los refrigeradores viejos y están ganando por los pagos de los Haier, los que existen todavía y los que no”.