El que fuera uno de los mejores centros médicos de Cuba hoy se cae a pedazos en La Habana

Redacción

El que fuera uno de los mejores centros médicos de Cuba hoy se cae a pedazos en La Habana

El Hospital Materno Infantil Lebredo sito en el municipio de Arroyo Naranjo fue uno de los mejores centros de salud especializada en ginecología y obstetricia en toda la isla. Pocas personas podrían confirmar, a día de hoy, la veracidad de dicha afirmación debido al estado tan deplorable de la construcción; es, actualmente, una de las ruinas más lúgubres que encontramos en toda la Habana, aprisionadas por enormes marabúes que han tomado el lugar de las hermosas áreas verdes de la Loma de la Esperanza, donde se ordenó la construcción de la mencionada instalación dedicada, originalmente, a los pacientes con tuberculosis. El aire puro que se respiraba en el lugar era el ambiente ideal para los pacientes que sufrían de dicha enfermedad respiratoria. Pocos conocen que los montes verdes a su alrededor fueron el último paisaje que vio Rubén Martínez Villena antes de morir.

Los testimonios sobre tan gloriosa obra son infinitos, principalmente, provenientes de los vecinos de la zona: “Este hospital era nuestra vida, era el orgullo de todo el barrio, y mi madre mantenía a toda la familia con su puesto de enfermera allí”, afirmó Laura Marrero, vecina de la zona, conmovida al recordar que allí trabajó su madre por más de treinta años. Asimismo, confirmó que el hospital por su calidad constructiva, la amplitud en sus recintos y los hermosos jardines que lo rodeaban, en muy poco tiempo ganó un gran prestigio dentro de los centros de este tipo en el país. Hecho que pareciera paradójico al ver la ruina en la que se ha convertido hoy.

“Después del año 1959 se convirtió en el Instituto de Desarrollo de la Salud, y por problemas en la estructura fue remodelado en los años 80´. Luego pasó a ser un hospital materno infantil”, relata Rogelio Aguilera, otro de los vecinos del lugar por más de 50 años. “Tenía buenos doctores y especialistas. Aquí llegaban personas de muchos poblados de La Habana y de otras provincias a atenderse”, añade.

A inicios del 2000 se decidió volver a restaurar el edificio, pero este nunca fue el mismo. “Dijeron que la estructura se estaba hundiendo. No sé cómo, pero al final nada se hizo por rescatarlo y lo dejaron en el abandono”, continúa comentando Rogelio. En uno de sus gruesos muros de mampostería, lo único que dejaron quienes se suponía repararan el inmueble fue la consigna: “Bush, cara de guante, no hay agresión que Cuba no aguante”. “Tal parece que lo principal de esa empresa es la propaganda barata y no la rehabilitación de edificios”, refiere Rogelio con una expresión de risa en su rostro.

Por su parte, Jesús Rodríguez, quien vive justo en frente de la instalación explica: “La situación la conocen todos los dirigentes, sobre todo los de Salud Pública, y no han hecho nada ni siquiera por demoler el edificio. Eso se ha convertido en un criadero de mosquitos. Muchas personas inescrupulosamente han entrado al lugar a recoger ladrillos y azulejos para sus casas. También adentro se han alojado personas con problemas mentales, acosadores sexuales, y se han dado muchos casos de asalto”.

Otra de las vecinas, Lázara Montero, confirma lo dicho y su alternativa ante tan penosa situación ha sido llevar en su bolso una tijera o algún objeto punzante cada vez que transita por la zona para protegerse en caso de asalto. Asimismo, señala: “Antes éramos un barrio privilegiado. Aquí siempre hubo agua y electricidad las 24 horas, pues todas las instalaciones estaban interconectadas al hospital”.

Por su parte, Laura Marrero ya perdió la fe en que su barrio recobre el esplendor de años atrás. “Nos han marginado completamente. Ahora dicen que este barrio es malo, pero no es así. Los que decidieron dejar abandonado el edificio nos dejaron atrás a nosotros. Nos han destruido el orgullo de nuestra zona y nadie se ha pronunciado por esto”.

Los vecinos solo rememoran los tiempos gloriosos de este centro hospitalario. El estado actual del inmueble impide que sea rescatado de las ruinas.

Las destrozadas paredes sucumbieron al desfalco incesante de sus ladrillos y ya no contienen las huellas de lo que fuera este enorme centro hospitalario. Solo una escultura, característica de las construcciones de los inicios del siglo XX y ubicada en la misma entrada, aun deja vestigios del fenecido esplendor de este legendario edificio. Mientras tanto, este gigante abandonado de cinco pisos de atura y con una vasta área a su alrededor seguirá allí esperando por los milagros y la fe con la que alguna vez un doctor decidió que se llamara, Hospital de la Esperanza.