Las MiPymes en Cuba en el ojo del huracán ¿Benefician al pueblo de a pie o le llenan los bolsillos a la nueva clase alta del país?

Redacción

Han transcurrido casi dos años desde que el gobierno cubano aprobara, en septiembre de 2021, la creación de las primeras 35 micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes). Esta medida representó un cambio significativo para impulsar las fuerzas productivas en la isla, siendo la tercera medida de este tipo desde la llegada de Fidel Castro al poder en 1959.

Dicha decisión marcó un punto de inflexión para la deteriorada economía cubana, la cual se encontraba centralizada desde la implementación de la llamada Ofensiva Revolucionaria en marzo de 1968. Esta ofensiva llevó a la eliminación o confiscación de aproximadamente 57,280 negocios privados, con el objetivo de fortalecer las empresas estatales socialistas.

Como resultado, el gobierno logró un control prácticamente absoluto a través de un modelo de economía centralizada. No obstante, en 1993, debido a la falta de financiamiento tras la desaparición de la Unión Soviética y el colapso del campo socialista, Castro autorizó el “trabajo por cuenta propia”, lo que permitió el surgimiento de pequeños emprendedores, principalmente en el sector de servicios.

Casi dos décadas después, bajo el actual liderazgo del presidente Miguel Díaz-Canel, el gobierno cubano implementa cambios que algunos consideran un avance hacia una economía de corte capitalista, mientras que otros los critican como un mínimo intento de aliviar la presión ejercida por la población en medio de una crisis caracterizada por la escasez de productos básicos, apagones frecuentes, falta de combustible y una inflación galopante. Estos factores han contribuido a una emigración masiva, incluso mayor que todas las ocurridas después de la Revolución combinadas.

“Creo que las Mipymes hoy en día han logrado ofrecer bienes y servicios que el Estado no puede proporcionar. El Estado carece de los recursos necesarios para hacerlo”, afirmó el académico y analista económico cubano Omar Everleny Pérez, desde La Habana.

Según Everleny, el sector de las Mipymes ha llegado para quedarse. Él forma parte de un grupo de expertos locales que llevaban años recomendando medidas de este tipo, con el objetivo de liberar las fuerzas productivas del país. Además, añadió que no ve ningún otro sector, área o grupo de áreas en los próximos cinco años que puedan sacar adelante al país.

Signos de desconfianza

En una economía controlada durante décadas por el Estado, no es sorprendente encontrar a aquellos que desconfían del modelo y sus consecuencias para el ciudadano cubano promedio, quien no recibe remesas del extranjero y cuenta con un salario estatal insuficiente para cubrir sus necesidades básicas, especialmente en medio de una prolongada crisis.

“Definitivamente, son demonios. Solo hacen que el costo de vida sea más alto. La gran mayoría son simples intermediarios. Deberían ser eliminados”, escribió Carlos Wong, un lector que dejó un comentario en un artículo del sitio de noticias estatal Cubadebate titulado “Ángeles o demonios: Diez preguntas necesarias sobre las Mipymes en Cuba”.

Rafael, otro lector del mismo artículo, señaló en un comentario: “Son necesarias, pero les falta regulación. Ahora, como dice el cubano, funcionan sin normas. Deberían ajustarse a un propósito social. Hay muchas que están aprovechándose del cubano de a pie”.

Incluso hay quienes desconfían de quiénes están detrás de estos emprendimientos y existen sospechas de que muchas Mipymes están siendo administradas por militares, sus familiares o personas cercanas.

“Esta operación está dirigida por los militares”, afirmó Jorge Rodríguez, colaborador en La Habana de Diario de Cuba, un portal de noticias con sede en España que informa y analiza temas relacionados con Cuba.

La desconfianza tiene sus raíces en la década de 1990, cuando el gobierno, liderado en ese entonces por el fallecido expresidente Fidel Castro, permitió la actividad empresarial privada en algunos sectores de servicios y la entrada de capital extranjero. En ese contexto, el Grupo de Administración Empresarial, S.A. (GAESA), un consorcio militar, desempeñó y sigue desempeñando un papel fundamental en la gestión de tiendas, hoteles y otras operaciones comerciales. No existe transparencia en cuanto a la forma en que se administran estos negocios ni el Estado proporciona información sobre licitaciones o protocolos que rigen estas actividades.

Los precios

Los desafíos que enfrentan son numerosos, incluyendo los altos precios que a menudo resultan inalcanzables para los cubanos que no reciben remesas del extranjero y luchan por llegar a fin de mes con salarios estatales que apenas alcanzan para cubrir las necesidades básicas.

El peso cubano, una moneda devaluada con la que la mayoría de los cubanos reciben sus salarios, socava un poder adquisitivo extremadamente bajo que rara vez supera los 5,000 pesos mensuales, equivalentes a unos 25 dólares al tipo de cambio actual.

El costo en pesos de muchos bienes importados en dólares sigue aumentando a medida que el peso se deprecia, lo que se traduce en precios elevados para muchos productos de consumo. Además, se estima que el 40% de los 11 millones de cubanos en la isla no tiene acceso a dólares, que generalmente están disponibles a través de remesas del extranjero o empleos en la industria turística.

Muchos de estos nuevos comerciantes también compran productos en países como México y Panamá, este último otorga visas de tres y cinco años a emprendedores cubanos. Sin embargo, se quejan de enfrentar obstáculos burocráticos en la isla para importar esos productos.

Otros optan por importar desde Miami, donde reside la mayor comunidad de cubanos fuera de la isla, según un informe reciente del diario El Nuevo Herald que describe el auge de las Mipymes.

La mayoría de los empresarios también se enfrentan al desafío del embargo económico impuesto por Estados Unidos a Cuba desde 1962, que tiene como objetivo promover cambios democráticos en el país. El embargo impide, por ejemplo, realizar transacciones desde Cuba con bancos estadounidenses.

El economista Everleny explicó que, si bien el objetivo de que las Mipymes produzcan sus propios productos aún no se ha cumplido y deben importar lo que venden, al menos están ayudando a regular los precios e incluso ofrecen precios más bajos que los del Estado.

“Antes, una cerveza costaba 500 pesos en moneda nacional, y ahora las Mipymes las están vendiendo a 120 pesos en moneda nacional”, comentó. Sin embargo, el Estado continúa vendiendo la cerveza en divisas a un precio equivalente a 1.30 dólares, lo que en moneda nacional representa unos 400 pesos cubanos.

“Las Mipymes han logrado reducir los precios y eso es importante”, afirmó Everleny.