¡Verdaderos criaderos de ratas! Así lucen muchos de los llamados “túneles populares para la defensa” que construyó Fidel Castro por toda La Habana

Redacción

En los años 90, Fidel Castro emprendió un ambicioso proyecto de construcción de refugios subterráneos, conocidos como túneles populares, a lo largo de Cuba. Estos túneles, diseñados para ofrecer protección ante un hipotético ataque nuclear o aéreo de Estados Unidos, terminaron siendo escenarios de actividades muy distintas a las militares, incluyendo fiestas clandestinas, encuentros sexuales y diversos delitos.

A pesar de la intención original de servir como bastiones de defensa, estos túneles no cumplían con los estándares de seguridad y calidad necesarios. Construidos de manera superficial y con materiales de baja calidad, resultaron ser estructuras vulnerables y poco prácticas.

La construcción de estos refugios absorbió más de la mitad del presupuesto nacional destinado a la vivienda, mientras que el régimen continuaba promoviendo un discurso de patriotismo y defensa contra un enemigo que nunca atacó. Lejos de ser utilizados para fines militares, algunos de estos túneles se transformaron en centros de actividades ilícitas, como el tráfico de drogas y la venta de alcohol.

La obsesión de Castro por prepararse para un ataque aéreo estadounidense llevó a una movilización masiva de recursos y personas, deteniendo proyectos esenciales como la construcción de viviendas. En La Habana, alrededor de 32,000 personas participaron en este proyecto, y se sumaron unas 8,000 más de las provincias orientales, formando los Contingentes de la Construcción.

La construcción de los túneles no solo consumió una cantidad desproporcionada de recursos, sino que también causó daños significativos en la infraestructura de la ciudad, destruyendo parques y áreas recreativas. Se estima que se utilizaron unos 230,000 metros cúbicos de hormigón, equivalentes a 2 millones de sacos de cemento, que podrían haberse destinado a la construcción de viviendas.

Además, el proyecto agotó casi la mitad de las reservas de alimentos destinadas a tiempos de guerra para alimentar a los trabajadores involucrados. Al final, se excavaron cerca de 600 kilómetros de túneles bajo La Habana, un legado de la paranoia de Castro que tuvo un impacto duradero en la isla y su gente.