Al menos ocho embarcaciones militares del Ejército de los Estados Unidos se encuentran hace unas horas apostadas a unas 24 millas naúticas mar afuera, al norte de La Habana.
El despliegue se produce horas despues del arribo al puerto habanero de una flotilla de guerra rusa, que incluye una moderna fragata y un submarino de propulsión nuclear.
Aunque habitualmente las unidades militares viajan con sus transponders apagados o en silencio, toda esta «comitiva de recepción» es una muestra clara de hacer notar que están ahí, cazándoles la pelea.
El gobierno ruso declaró este jueves que no hay motivos para que ningún país, incluido Estados Unidos, se preocupe por la presencia de buques de guerra rusos en Cuba. Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, respondió a las preguntas sobre el supuesto nerviosismo en Washington debido al temor de que Rusia pudiera transferir personal militar a Cuba o incluso establecer una base militar en la isla. Peskov afirmó que tales ejercicios son una práctica común.
«Esta es una práctica normal para todos los estados, incluida una potencia marítima tan grande como Rusia. Así que no vemos ningún motivo de preocupación en este caso», comentó el portavoz ruso en declaraciones recogidas por la agencia Reuters.
Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, dijo que no hay pruebas de que Rusia vaya a transferir misiles a Cuba, pero aclaró que Estados Unidos permanecerá alerta.
La moderna fragata Almirante Gorshkov y el submarino de propulsión nuclear Kazán, medio sumergido y con su tripulación en cubierta, llegaron en la mañana de este miércoles a Cuba tras realizar un entrenamiento de «armas misilísticas de alta precisión» en el océano Atlántico. Fueron acompañados por el buque petrolero de la flota Pashin y el remolcador de salvamento Nikolai Chiker (SB-131), de la agrupación naval de la Flota del Norte.
Previamente, el gobierno de Estados Unidos había desplegado varios buques de guerra y un avión de reconocimiento submarino para rastrear el curso de la flotilla rusa.