En un país donde conseguir un medicamento es casi una odisea, el gobierno cubano parece más preocupado por perseguir a quienes intentan llenar el vacío que por resolver la crisis. Mientras las farmacias estatales están más vacías que un estadio en día de apagón, la población recurre al mercado informal para acceder a fármacos esenciales. Pero, cuidado, que aquí vender una pastilla puede costarte más que un susto.
Recientemente, el perfil oficialista de Ransel Londres, aliado del MININT, anunció en Facebook la captura de un joven en La Habana Vieja. El «delito»: vender medicamentos controlados en la calle Monte. Entre los fármacos decomisados había de todo: Amoxicilina, Enalapril, Paracetamol y hasta Clotrimazol. Vamos, un botiquín ambulante en plena crisis.
«No puede haber contemplación con la venta ilegal de medicamentos», sentenció el perfil oficialista. Pero, claro, ni una palabra sobre la desesperación de la gente que no encuentra estos fármacos en las farmacias. Tampoco mencionaron de dónde salieron esos medicamentos, porque, seamos honestos, no todos vienen de robos o estafas. Muchos son traídos desde el extranjero por cubanos que intentan ayudar a sus familiares.
El mercado informal de medicamentos se ha convertido en una tabla de salvación para pacientes y vendedores. ¿La alternativa? Esperar en colas interminables o resignarse a no encontrar lo que necesitas. Pero, en lugar de buscar soluciones, el gobierno prefiere gastar recursos en operativos de represión.
En enero, el régimen anunció una prórroga para la exención de aranceles a viajeros que traen medicamentos y alimentos desde el extranjero. La Resolución 26 de 2025 extiende este beneficio hasta abril de este año. Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo: la escasez crónica en las farmacias estatales.
Y no es un tema nuevo. En febrero, un asistente del hospital Arnaldo Milián Castro en Santa Clara fue detenido por vender medicamentos e insumos médicos robados. El nombre del individuo no se reveló «por razones legales», pero el mensaje fue claro: el gobierno prefiere castigar antes que solucionar.