La violencia escolar en Cuba ya no es solo un murmullo en los pasillos ni una queja de padres alarmados. Ahora, incluso los medios oficiales están diciendo: “tenemos un problema”. Esta semana, el periódico estatal Periódico 26, de la provincia de Las Tunas, se atrevió a hablar con cierta honestidad sobre un tema que muchos vienen denunciando desde hace rato: los centros educativos y sus alrededores se están volviendo cada vez más peligrosos.
Todo saltó a la luz tras un suceso que dejó a más de uno en shock. Un estudiante de secundaria fue agredido brutalmente por otros jóvenes, en pleno día, muy cerca del área deportiva de la escuela primaria Jesús Argüelles. Aunque el chico no era alumno del centro, la escena ocurrió a pasos de niños pequeños, docentes y padres. Y eso fue suficiente para prender las alarmas.
Lo que más impactó fue que los agresores eran adolescentes mayores, y el ataque ocurrió en un sitio frecuentado por alumnos de diferentes niveles escolares. Básicamente, un lugar donde uno esperaría ver pelotas y risas, no violencia y miedo.
Según el mismo medio estatal, esta no es la primera vez que ese espacio se convierte en un ring improvisado. Gritos, broncas y hasta amenazas ya son parte del paisaje. Lo más preocupante es que el video del incidente circuló rápido entre los estudiantes, incluyendo pioneros de la primaria. Sí, niños pequeños viendo y compartiendo violencia como si fuera un meme más.
En su artículo, el Periódico 26 advierte sobre el peligro de normalizar este tipo de situaciones. Y no es para menos. La provincia fue escenario meses atrás de un crimen trágico: un adolescente asesinó a otro. Ese recuerdo sigue fresco y ahora se suma este nuevo episodio.
Lo que más escalofríos da es que el texto denuncia que algunos jóvenes llegan a la calle armados con piedras, tubos o bates. ¿Dónde estamos viviendo? Como era de esperarse, se señala a las familias ausentes o desbordadas, pero también hay un llamado (sorprendentemente directo) a que las instituciones del Estado asuman su rol y actúen con firmeza.
Porque si no es ahora, ¿cuándo? “Si hay muchachos que no saben alejarse de los problemas, deben estar las instituciones diseñadas para reformarlos”, dice el artículo. Y sí, por una vez, estamos de acuerdo con la prensa oficialista.
Esta admisión no es casual ni aislada. En los últimos años, incluso desde el gobierno se ha venido reconociendo que la violencia va en aumento. En junio de 2024, el primer coronel Eddy Sierra Arias, jefe de la PNR, habló sin rodeos del crecimiento del crimen, la presencia de armas de fuego y su relación con el tráfico de drogas.
Y no olvidemos que en julio, Miguel Díaz-Canel también lo dijo abiertamente: hay más delincuencia, adicciones y caos. ¿Resultado? Una sociedad más tensa y un sistema institucional que no da abasto.
Por si fuera poco, una encuesta publicada por la mismísima Bohemia en noviembre de 2023 reveló que el 92 % de los cubanos sentían que la violencia estaba fuera de control, y casi la mitad conocía a alguien que había sido víctima directa. Casi nada.
A finales de 2024, el gobierno reconoció que, a pesar de nuevas medidas, la criminalidad seguía alta. O sea, están haciendo algo… pero claramente no es suficiente.
Mientras tanto, en las escuelas y sus alrededores, los niños están creciendo entre golpes, gritos y miedo. Y lo peor: sin protocolos claros, sin cifras oficiales, y con una sensación general de que nadie sabe qué hacer. O peor, que nadie quiere hacerlo.
