En un intento por limpiar la imagen de las controvertidas “misiones médicas cubanas”, el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda, soltó una verdad que muchos ya conocían, pero que ahora tiene sello oficial: sí, durante años los pasaportes de los médicos fueron retenidos por las jefaturas de brigada. Así mismo lo dijo, sin rodeos, durante su participación en el programa Desde la Presidencia, transmitido por YouTube y conducido por el propio Miguel Díaz-Canel.
Con un tono que intentaba justificar lo injustificable, Portal explicó que la retención de documentos era por “logística”. Según él, como eran tantos los colaboradores —muchos de ellos jóvenes— que salían al extranjero, se les “perdían los pasaportes” y por eso optaron por mantenerlos guardaditos… en manos de los jefes.
“Ese es un tema que hemos ido eliminando con el tiempo”, aseguró, como quien dice: ya eso no pasa… o al menos, no en todas partes.
Libres, pero vigilados
El ministro aseguró que hoy por hoy, en los pocos países donde aún quedaban rastros de esa práctica, ya se resolvió el asunto. Los médicos —dijo— ya tienen sus papeles y se mueven libremente, como cualquier hijo de vecino. “Es fácil comprobar que en los países los colaboradores tienen su documentación”, insistió.
Pero una cosa es tener el pasaporte en la mano y otra muy distinta poder usarlo sin miedo a represalias, algo que muchos médicos cubanos en misión han denunciado durante años.
¿Voluntarios o presionados?
Portal también negó categóricamente que los galenos sean forzados a participar en estas misiones. “No hay un solo ejemplo de alguien que pueda decir que se le tomó represalia por no querer ir”, aseguró. Pero esa versión choca de frente con múltiples testimonios recogidos por organizaciones internacionales, que describen estas misiones como una forma moderna de explotación laboral con fachada solidaria.
El ministro detalló que los médicos seleccionados pasan por un proceso de orientación y firma de contrato antes de salir del país. Todo, según él, “en orden y con transparencia”. Aseguró además que si el país receptor no cumple con lo pactado, el colaborador puede ser retirado de inmediato.
Misiones que “resuelven”
Portal también defendió el componente económico de estas misiones, reconociendo sin pudor que los estipendios que reciben los médicos en el extranjero son muchas veces lo único que les permite aliviar el ahogo económico que sufren en Cuba. Lo admitió con todas sus letras: los salarios en la isla no alcanzan ni para una semana.
“Aunque ayudan a resolver ciertos problemas materiales, también benefician a la familia”, dijo, dejando claro que, al final del día, los galenos hacen malabares entre el idealismo y la necesidad.
Más de 600 mil veces… ¿y nadie se queja?
En un intento por desestimar las críticas, el ministro sacó a relucir cifras: “No puede ser que más de 600 mil misiones hayan sido un engaño”, lanzó. Aseguró que los colaboradores han prestado servicios en 165 países y que muchos repiten la experiencia hasta ocho o diez veces.
Lo que no mencionó, claro, es que ese número impresionante no borra el hecho de que muchas veces esas “experiencias” se viven bajo control férreo, con pocas libertades y nulas garantías.
Kenia como excusa
En otro tramo del programa, Portal justificó las restricciones de movimiento a los médicos cubanos con el caso de los galenos secuestrados en Kenia. Según él, esa situación fue “muy lamentable” y desde entonces se han extremado las precauciones para que no vuelva a ocurrir algo similar.
“No queremos que se repita una situación así”, dijo, reconociendo entre líneas que, sí, los médicos están vigilados y limitados en sus desplazamientos durante las misiones.
Las llamadas misiones médicas —presentadas por La Habana como estandarte de solidaridad internacional— siguen siendo señaladas por gobiernos y organismos como una forma encubierta de trabajo forzado, donde el discurso altruista oculta una realidad mucho más cruda y controladora.
Y ahora, con el propio ministro admitiendo prácticas como la retención de pasaportes, queda aún más claro que la medicina cubana en el exterior no siempre es tan “voluntaria” como se quiere pintar.