La cosa se sigue enredando en Cuba. La crisis energética no da tregua y este martes la Empresa Eléctrica de La Habana anunció que se suma un nuevo bloque de apagones: el número 5. Sí, compay, como si los cortes que ya teníamos no fueran suficientes, ahora habrá más zonas afectadas por la falta de electricidad.
Según informó el Gobierno de La Habana en su página oficial de Facebook, este nuevo bloque abarca sectores de Boyeros, Arroyo Naranjo, La Lisa, Centro Habana y Habana del Este, aunque prometieron que más adelante publicarán los circuitos específicos. Así que hay que estar pendientes, porque si no te tocaba ayer, puede que hoy sí te quedes a oscuras.
Más apagones, menos soluciones
La capital ahora está organizada en cinco bloques rotativos para repartir la carga… o mejor dicho, el apagón. Las interrupciones eléctricas están repartidas a lo largo del día y de la noche, lo cual significa que en cualquier momento te pueden tumbar la corriente, y toca resolver con velas, abanicos de cartón y paciencia de santo.
Y mientras se anuncian estos cronogramas, la realidad energética del país sigue desmoronándose. Este lunes, la Unión Eléctrica informó un déficit de generación de hasta 1,858 megawatts, una cifra que supera récords anteriores y confirma que el sistema está a punto de colapsar.
La mañana de este martes comenzó con mal pie, con solo 1,480 megawatts disponibles en todo el país frente a una demanda de más de 2,600. O sea, más de 1,100 megawatts de diferencia, lo que se traduce en más apagones para todos, sin importar si estás en la ciudad o en el campo.
¿Y en la noche? Peor aún. Se espera que la afectación llegue a los 1,668 megawatts, justo cuando más falta hace la electricidad: para cocinar, descansar o simplemente sobrevivir al calor.
Una red eléctrica vieja, cansada y sin recursos
El problema de fondo es el mismo de siempre: una infraestructura anticuada, parchada a base de milagros, que depende casi por completo de combustibles fósiles, cada vez más escasos y caros. A pesar de los discursos oficiales sobre energías renovables y eficiencia, lo cierto es que nada ha cambiado en la vida diaria del cubano de a pie, que ya vive con una linterna en la mano y el cargador portátil como amuleto.
Y mientras tanto, los apagones se sienten en todo: se paraliza el trabajo, se suspenden las clases, se interrumpen tratamientos médicos, se arruinan los alimentos, y la desesperanza sigue creciendo. Porque, aunque nos digan que aguantemos un poco más, la gente ya no ve luz al final del túnel… ni en el cuarto de su casa.