Un video que pone los pelos de punta ha vuelto a sacudir las redes sociales en Cuba, y esta vez el protagonista no es una protesta ni una cola kilométrica, sino un muchacho tirado en la calle, retorciéndose y balbuceando sonidos inentendibles, bajo el efecto devastador de una droga sintética conocida como “el químico”.
El material fue compartido en Facebook por la usuaria Irma Broek, y rápidamente se volvió viral. El joven, vestido con short, pulóver, tenis limpios y una mochilita a la espalda, aparece con la cara manchada de sangre, visiblemente desorientado, sin poder controlar su cuerpo.
Y lo más duro no fue la escena en sí, sino la reacción de quienes pasaban a su lado. Algunos apenas miraban. Otros, ni eso. El silencio lo decía todo. Nadie se atrevía a intervenir.
«Ese papelito tiene loco a medio mundo, compadre. ¡Qué clase de abuso!«, comenta el hombre que grabó el video. “Mira eso, no se puede ni tocar. Está dando piñazos, está fuera de sí”, agrega, dejando claro que esto ya es parte del paisaje urbano en algunas zonas de la isla.
La droga que destroza en silencio
Este caso no es aislado. En febrero, otro joven fue captado en condiciones similares en La Habana Vieja, inmóvil, casi inconsciente, víctima del mismo veneno.
Expertos en salud pública identifican el “químico” como un tipo de cannabinoide sintético, mucho más peligroso que la marihuana. Sus efectos son impredecibles y brutales: desde convulsiones y delirios hasta daños neurológicos severos e irreversibles.
Para colmo, esta droga se fabrica con ingredientes que ni en un laboratorio de terror: desde formol —sí, el mismo que se usa en funerarias— hasta anestésicos industriales y restos de plantas, todo mezclado para “dar más efecto” y gastar menos.
La sospecha que flota en el aire
A medida que crecen los casos, también se multiplican las teorías. Hay quienes creen que esta droga circula con demasiada facilidad como para no contar con cierto “permiso tácito”. Incluso algunos se atreven a decir que el propio Estado podría estar cerrando los ojos, o peor, dejando correr la droga como forma de distracción social, para que la gente no piense tanto en el hambre, los apagones y la desesperanza.
¿Qué ha hecho el gobierno hasta ahora? Reprimir.
En respuesta, el régimen ha apostado a redadas policiales, sentencias durísimas (hasta 15 años de prisión por apenas portar pequeñas cantidades), y desde febrero, un “Observatorio Nacional de Drogas” que se supone ayudará a detectar y frenar estas sustancias. Pero la realidad en las calles dice otra cosa.
La estrategia oficial sigue siendo “el palo primero”, sin un enfoque de salud pública. No hay campañas de prevención, ni centros especializados, ni protocolos para atender a quienes llegan intoxicados a los hospitales.
Y mientras tanto, nuestros jóvenes siguen cayendo, solos, desamparados, en calles donde nadie ayuda, donde solo queda grabar… y mirar. Porque en la Cuba de hoy, hasta los peores infiernos se han vuelto costumbre.