En Cuba, el aplauso no paga la renta, ni la fama garantiza una vejez digna. Samuel Claxton, uno de los actores más entrañables del cine y la televisión cubana, vive hoy una situación que duele en el alma: enfermo, necesitado y sin respaldo institucional.
A sus 82 años, Claxton —recordado por generaciones por su carisma y talento— enfrenta serios problemas de salud y carece de lo más básico para su atención médica, como sondas y bolsas colectoras. Todo esto en un país donde el discurso oficial habla de orgullo por la cultura, pero los hechos muestran otra cosa.
Un grande del arte cubano, abandonado por el sistema
Claxton, nacido en Camagüey allá por 1943, dejó su huella en clásicos del cine nacional como Retrato de Teresa, Los días del agua, Operación Fangio y La última cena. En televisión, lo vimos brillar como el inolvidable Mantilla en la serie Su propia guerra. También pisó fuerte las tablas en obras como Santa Camila de La Habana Vieja y Divinas palabras.
Pero hoy, ese actor que una vez llenaba teatros y salas de cine, vive alejado del reconocimiento, en una esquina olvidada de Alamar. Ni la UNEAC ni el Ministerio de Cultura han hecho acto de presencia.
La solidaridad suple al abandono estatal
Fue la directora de casting Libia Batista quien encendió las alarmas. Después de días sin noticias, decidió ir hasta la casa de Claxton junto a otra colega. Al llegar, se enteraron de que su esposa lo había trasladado a otro lugar porque él ya no puede subir escaleras.
“Su alegría fue inmensa cuando nos vio. Está malito”, escribió Batista en Instagram, junto a un pedido urgente de ayuda: “Necesitamos sondas No. 16, 18 y 20, y bolsas para recoger orina. Este actor, que ha hecho más de 60 películas, merece más que esto”.
El número de contacto para quien pueda colaborar es el 52648942, según compartió Libia. La actriz Yaneisy Sánchez también se sumó al llamado, y la página Cubaactores replicó la publicación con fotos actuales del actor, visiblemente deteriorado pero aún con esa chispa que lo hizo grande.
“Es el colmo que tenga que mendigar para sobrevivir”
Las redes estallaron con mensajes de indignación. “Lo mínimo es que pueda tener sus sondas sin tener que pedirlas”, comentó una usuaria, resumiendo la impotencia que sienten muchos cubanos al ver cómo los que una vez dieron todo por el arte nacional, hoy dependen de la caridad.
La crítica va dirigida a instituciones como el Ministerio de Cultura y la UNEAC, más rápidas para publicar homenajes póstumos que para ofrecer apoyo en vida. Y mientras eso no cambie, historias como la de Claxton seguirán repitiéndose.
La cultura no se cuida con discursos vacíos, sino con hechos concretos, y sobre todo, con humanidad.