Mientras el cubano de a pie sigue apagando el fogón porque no hay gas, apagando el celular porque no hay corriente, y apagando la esperanza porque no hay comida… el gobierno cubano se entretiene adornando bodegas vacías como parte del teatro político por el Primero de Mayo.
Sí, como lo oyes. En plena crisis nacional, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, publicó con tremenda soltura en su cuenta de X que “continúan engalanándose las unidades del #ComercioCuba en saludo al Día Internacional de los Trabajadores”. Como si ponerle papel crepé a un estante sin arroz resolviera algo.
Bodegas adornadas, estómagos vacíos
La desconexión entre la realidad de la calle y el circo oficialista se hace cada día más absurda. El pueblo lo ve, lo vive y lo sufre, y las redes sociales no se han quedado calladas. Comentarios de burla, memes con flores plásticas y sarcasmo del bueno han inundado internet.
Una vecina del reparto Peralta, en Holguín, soltó la verdad como quien lanza una piedra en el agua: “El café llegó después de cinco meses. Parece que como es Primero de Mayo, había que ponernos contentos con algo…”. Y así es, porque el café no venía desde diciembre, pero justo ahora apareció. Casualidad… o manipulación.
“Marchen, que el país se cae pero hay que celebrar”
Mientras los apagones siguen tumbando neveras, y la gente se va a dormir sudada y sin cenar, Díaz-Canel vuelve a convocar al pueblo a llenar plazas, a pesar de la escasez, la falta de transporte y el descontento creciente.
En su estilo ya habitual de “resistencia o nada”, dijo que “estamos vivos, de pie, resistiendo y creando”. También metió en la misma frase al bloqueo, al fascismo y al genocidio en Gaza. Pero del hambre aquí, del apagón de 12 horas o del hospital sin medicina… ni una palabra.
Obligación disfrazada de fervor revolucionario
La realidad detrás de las marchas multitudinarias no es precisamente entusiasmo. En muchos centros de trabajo y escuelas, la orden baja directa: hay que ir. No importa si estás cansado, sin desayuno o sin guagua para llegar. Lo disfrazan de compromiso ideológico, pero todos saben que es presión pura y dura.
Las decoraciones que no llenan el plato
Eso de maquillar las bodegas no es nuevo, pero este año ha sido tan descarado que hasta los más pacientes han alzado la voz. Carteles pegados con cinta, flores plásticas reusadas y cintas de colores no pueden tapar los estantes pelados. Puro maquillaje de la miseria, como quien pone perfume sin haberse bañado.
Hoy, el Primero de Mayo en Cuba ya no es una fiesta del trabajador, sino una puesta en escena triste de un sistema que sobrevive a fuerza de discursos y simulacros. La gente resiste, sí… pero por necesidad, no por convicción.
Y mientras el poder pinta con brochas de optimismo las paredes del desastre, el cubano sigue esperando algo más que decoraciones y discursos: quiere vivir con dignidad.