El nombre de Samuel Claxton, leyenda del cine, la televisión y el teatro cubano, vuelve a sonar en boca de muchos. Pero esta vez no es por una nueva obra ni un reconocimiento tardío. A sus 82 años, el veterano actor enfrenta una situación crítica de salud, sin los recursos médicos mínimos que necesita para seguir adelante. Y lo peor: nadie del aparato institucional lo está ayudando.
Hace poco, Lino Tomasen, activista popularmente conocido como El Hombre de Hierro Cubano, decidió tenderle la mano. Fue hasta su casa, le llevó algo de comida y una Biblia, símbolo de esperanza para muchos. Ese gesto sencillo, pero cargado de humanidad, se volvió viral en redes. Mientras tanto, las instituciones culturales y de salud brillan por su ausencia.
Actor cubano Samuel Claxton sigue necesitando sondas y bolsas colectoras para drenar la orina: «Ha sido olvidado por todas las instituciones del régimen»
“Si alguna vez te reíste, lloraste o te emocionaste con sus actuaciones, ahora es él quien necesita un gesto tuyo”, dijo Tomasen en un video que ya ha corrido como pólvora por Internet.
El abandono no distingue fama
Samuel no está simplemente “delicado”. Hace dos años fue operado de un carcinoma en la vejiga, y desde entonces vive con una nefrostomía percutánea, una técnica que le exige usar sondas y bolsas colectoras todo el tiempo. Pero conseguir esos insumos en Cuba hoy es casi tan difícil como encontrar una aguja en un pajar. Y a Claxton, ni la gloria ni los años en escena le han garantizado acceso a lo básico.
Hoy por hoy, sobrevive gracias a la buena voluntad de la gente. Vive del cariño que le tienen quienes lo recuerdan en la pantalla, no de ninguna ayuda estatal. A pesar de todo lo que dio, su salud se va desmoronando sin que nadie desde las altas esferas le tienda la mano.
¿Dónde quedó el respeto por los que nos hicieron soñar?
El caso ha tocado fibras en redes sociales. Mucha gente está que echa chispas, denunciando que en Cuba ser un artista consagrado no significa tener una vejez digna. Aquí, el aplauso no paga ni una pastilla, y la fama no llena un botiquín.
“No basta con haber sido grande, si al final te toca morir en el olvido”, comentan con rabia y tristeza quienes han seguido su historia.
Claxton es de esos rostros que uno no olvida. Su imagen está grabada en la memoria cultural de generaciones de cubanos. Sin embargo, su presente está marcado por la soledad, el silencio oficial y la espera interminable por una sonda que nunca llega.
Su historia no es solo la de un hombre enfermo. Es la de un país que, entre tantas crisis, parece haber olvidado a quienes alguna vez le regalaron belleza, talento y emoción. Porque cuando el telón cae, lo que queda no debería ser el abandono.