La historia de Heidy Sánchez Tejeda, una madre cubana deportada de forma repentina a la isla, ha puesto en el centro del debate una pregunta incómoda: ¿por qué la congresista María Elvira Salazar no dice ni una palabra?
Su esposo, Carlos Yuniel Valle, está que no puede más del dolor y la impotencia. Desde su cuenta de Facebook lanzó un reclamo lleno de angustia: «Dios mío, no puedo seguir viendo a mi esposa sufrir así. ¿Dónde están los derechos humanos de este país? María Elvira, responde, no la dejes sola a Kathy Castor en esta lucha», suplicó.
Este drama familiar estalló después de que Heidy, que vivía en EE.UU. con su esposo y su bebé de un añito, acudiera tranquilamente a una cita con ICE (Inmigración y Control de Aduanas)… y no regresara. En cuestión de horas, fue devuelta a Cuba como si se tratara de un trámite más, dejando atrás a su familia rota y desconsolada.
La congresista Kathy Castor, demócrata por Tampa, sí dio la cara. No solo denunció la deportación como un acto “cruel e ilegal”, sino que envió una carta directa al presidente Donald Trump, exigiendo que se otorgue parole humanitario a Heidy para que pueda regresar con los suyos.
En sus palabras, “esta madre fue arrancada sin compasión de los brazos de su familia”, algo que, según Castor, va contra todo lo que representa Estados Unidos. Además, advirtió que la bebé, aún en etapa de lactancia, tuvo que ser hospitalizada por el impacto emocional del suceso.
Castor también apuntó con fuerza contra la política migratoria de Trump, pidiéndole que, si tanto habla de proteger la familia, lo demuestre con hechos. Incluso apeló a la memoria del Papa Francisco, recientemente fallecido, como un llamado moral al respeto por los derechos humanos.
Mientras tanto, el silencio de María Elvira Salazar retumba más que cualquier discurso. Conocida por ser una de las voces más activas en temas de migración y Cuba, su ausencia en este caso ha generado un enorme malestar, sobre todo dentro de la comunidad cubana en Tampa, que no entiende por qué una figura que se vende como defensora de su gente guarda silencio ante un caso tan desgarrador.
La abogada de la familia, Claudia Cañizares, también alzó la voz. Explicó que Heidy tenía una orden de deportación desde 2019, pero ya estaba en proceso de intentar reabrir su caso. ICE, sin embargo, adelantó la cita sin avisar, y la sacaron del país de manera abrupta, sin importar que su hija y su esposo son ciudadanos estadounidenses.
“Fue tratada como un número más, sin mirar el impacto humano. Hay casos mucho menos sensibles que sí reciben prórrogas. Esto fue una injusticia total”, denunció la abogada.
Hoy, Heidy sigue en Cuba, deportada junto a otras 82 personas. Su hija, mientras tanto, permanece con su padre en Estados Unidos, enfrentando un duelo emocional y físico para el que nadie los preparó.