En medio de su característico estilo directo y sin rodeos, Donald Trump volvió a mover las piezas de su equipo de gobierno, y esta vez lo hizo con un golpe de efecto que muchos ven como parte de su estrategia rumbo a las presidenciales. Desde su cuenta oficial en Truth Social, el expresidente estadounidense anunció que Marco Rubio asumirá temporalmente como asesor de Seguridad Nacional, sin dejar su actual puesto como secretario de Estado.
Sí, así mismo como lo lees: Rubio se dobla pero no se parte, porque mantendrá el timón del Departamento de Estado mientras también toma el control de una de las oficinas más estratégicas dentro de la Casa Blanca. En pocas palabras, el senador de origen cubano sube otro peldaño dentro del círculo de poder trumpista.
Al mismo tiempo, Trump anunció que nominará al congresista Mike Waltz como embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas. En su mensaje, no escatimó en elogios: resaltó el trabajo de Waltz en el campo de batalla, en el Congreso y como parte de su equipo de seguridad, dejando claro que confía en él para representar a EE. UU. en la ONU.
Pero el plato fuerte del anuncio fue sin duda Rubio. Trump lo describió como un líder firme y, al designarlo para este nuevo cargo, lo posiciona como una de las voces más influyentes en temas clave como defensa nacional, inteligencia y relaciones exteriores.
Este puesto, que opera directamente desde la Casa Blanca, le da a Rubio una línea directa con el presidente y acceso total a las decisiones de seguridad más delicadas del país. Para muchos analistas, este movimiento no solo consolida su peso dentro del gabinete, sino que también alimenta los rumores sobre su futuro político, quizás con miras a una carrera presidencial a largo plazo.
Trump cerró su anuncio con uno de sus clásicos llamados a la acción, declarando que “juntos seguiremos luchando incansablemente para hacer a Estados Unidos, y al mundo, seguros de nuevo”.
Vale recordar que Marco Rubio fue confirmado por unanimidad en enero como secretario de Estado, convirtiéndose en el primer hispano en alcanzar ese cargo en la historia de Estados Unidos, y también en el primer miembro del gabinete de Trump en recibir luz verde del Senado sin objeciones.
Hijo de inmigrantes cubanos, con 53 años y una carrera política en pleno auge, Rubio no solo está marcando historia, sino que ahora juega en las grandes ligas del poder en Washington. Y con este nuevo rol, queda claro que la apuesta de Trump por el senador floridano va en serio.