Desde el corazón del exilio cubano en Miami, la congresista María Elvira Salazar no se quedó callada ante la dolorosa historia de Heydi Sánchez Tejeda, una joven cubana deportada recientemente a la isla, dejando atrás a su esposo ciudadano estadounidense y a su bebé de apenas un año, quien además enfrenta serios problemas de salud.
A través de un comunicado enviado al periodista Mario J. Pentón, la oficina de la congresista explicó que, aunque el caso no pertenece directamente a su distrito, ya están al tanto de la situación, luego de que la abogada de Heydi se pusiera en contacto con ellos.
“Nos comunicamos con su abogada. Según las normas de la Cámara, los casos fuera de mi distrito deben ser dirigidos al representante correspondiente”, aclaró la oficina de Salazar.
Pero más allá del protocolo, María Elvira aprovechó para ir directo al grano y sacó a relucir una de sus propuestas estrella: la Ley de Dignidad (Dignity Act). Según la legisladora, situaciones como la de Heydi dejan en evidencia lo mal que anda el sistema migratorio en EE.UU., donde, como bien se dice en la calle, «la ley a veces parece escrita sin corazón».
“Este es un claro ejemplo de por qué necesitamos una reforma migratoria seria, con compasión y orden”, aseguró Salazar, dejando claro que, para ella, no basta con indignarse: hay que legislar.
Una deportación que dejó cicatrices
La historia de Heydi es de las que no dejan dormir tranquilo a nadie con un mínimo de empatía. Fue deportada en abril por agentes de ICE, sin antecedentes penales y con una orden final de deportación activa desde 2019, pese a que su abogada, Claudia Cañizares, ya estaba moviendo el caso para reabrirlo.
Pero lo que más ha tocado la fibra de muchos en la comunidad cubana es que Heydi fue arrancada de su hija, una pequeña que aún estaba siendo amamantada y que sufre convulsiones frecuentes desde el nacimiento. La bebé fue concebida mediante fertilización in vitro, y su salud delicada exige una atención constante y cercana. Y su madre no está.
El esposo de Heydi, Carlos Yuniel Valle, quien es ciudadano estadounidense, no ha parado desde entonces. Inició una campaña en la plataforma MoveOn, buscando apoyo para que se le otorgue a su esposa un permiso humanitario que le permita regresar a Estados Unidos.
La batalla legal no será fácil, pero la defensa sigue firme. Si se logra demostrar el daño emocional y físico que ha sufrido la menor y se moviliza suficiente presión pública, las puertas podrían abrirse. Todo apunta a que, más que un simple caso migratorio, esto es una cuestión de humanidad.
La pregunta que queda flotando es simple, pero poderosa: ¿puede un sistema que se dice justo seguir separando familias bajo normas tan frías? Mientras tanto, Heydi espera en Cuba, su hija necesita cuidados, y un padre lucha con todo para que el reencuentro no sea solo un sueño.
Y aunque María Elvira no pueda actuar directamente, su voz en el Congreso puede ser una chispa que encienda el cambio. Porque detrás de cada cifra de deportación, hay historias como esta: gente real, con lágrimas reales y con urgencias que no entienden de burocracia.