“En mi pueblo solo hay casas de palo”, dice uno de los muchachos con una mezcla de risa, asombro y resignación. Así empieza el video que se ha vuelto viral en redes sociales, donde un grupo de jóvenes cubanos de oriente documenta su primera visita a Varadero. Y sí, puede que lo digan en tono de broma, pero detrás del chiste hay una verdad que duele.
Los protagonistas del video no están en París ni en Cancún, están en su propio país, pero para ellos el lujo y el orden de Varadero se sienten como otra dimensión. Mientras caminan por calles limpias, ven hoteles enormes y se asoman al mar turquesa, se les escapan frases como “¡Esto parece otro país!” o “¡Qué clase de vista, asere!”. Y no es para menos. Muchos cubanos solo ven esos paisajes en postales… o en los canales de YouTube que muestran la Cuba que vive del turismo.
El video fue compartido por el creador de contenido @whatsup_jeison, quien capturó ese momento mágico (y un poco doloroso) en que estos muchachos, hospedados en el Hotel Villa Cuba, descubren por primera vez lo que hasta entonces era solo un mito para ellos: el paraíso cubano reservado para turistas.
Y mientras Varadero se muestra casi vacío por la crisis del turismo —con ocupación hotelera bajísima y servicios en declive— estos chicos ven lo que para ellos es otro mundo. ¿La diferencia? Que ese mundo está en su propio país, pero nunca antes habían podido llegar hasta allí. Porque cuando el salario apenas alcanza para un paquete de pollo o una libra de arroz, pensar en un fin de semana en la playa más famosa de Cuba es simplemente un sueño imposible.
Detrás del humor que se respira en el video hay algo que muchos jóvenes cubanos entienden bien: la desigualdad brutal que existe entre el turismo y la vida real. Una juventud que, en muchos casos, no ha salido nunca de su municipio, se topa de frente con una Cuba que parece de película… pero que no es para ellos.
Y esa es la paradoja: Varadero no es extranjero, pero sí se siente como un país ajeno. Porque cuando vivir en Cuba es sobrevivir, descubrir algo tan básico como tu propio litoral puede ser más impactante que montarse en un avión.