Desde Tampa hasta La Habana, el caso de Heidy Sánchez ha hecho eco como un grito que no encuentra respuesta. Esta madre cubana, que vivía legalmente bajo supervisión migratoria en Estados Unidos, fue deportada sin previo aviso, dejando atrás a su bebé lactante y a su esposo, el ciudadano cubanoamericano Carlos Yuniel Valle. La escena fue tan cruda como dolorosa: una madre arrancada de su hogar mientras su hija de un año la esperaba con los brazos abiertos.
Quien ha puesto la cara por la familia en medio del caos ha sido la congresista demócrata Kathy Castor, representante del distrito 14 de Florida, quien se reunió con Valle para conocer su historia de primera mano. Desde su cuenta de Instagram, la legisladora no se anduvo con rodeos: “Estamos haciendo todo lo posible por reunir a esta familia, pero la Casa Blanca sigue sin dar la cara ni ofrecer una explicación legal”.
Una deportación que huele a injusticia
Heidy vivía en Tampa, trabajaba como asistente de salud en el hogar y se encontraba bajo una orden de supervisión migratoria conocida como I-220B. Esta figura le permitía permanecer en el país mientras se resolvía su situación. Como manda la ley, ella asistía a sus citas con Inmigración, cumplía sus obligaciones y vivía en paz junto a su familia. Pero todo cambió en cuestión de horas.
De forma repentina, el ICE adelantó una cita programada para mayo y, sin darle tiempo de reacción, la detuvieron y la deportaron a Cuba. Ni una llamada previa, ni una advertencia. Solo una decisión ejecutada con frialdad.
Su abogada, Claudia Cañizares, explicó que, aunque Heidy cumplía con todo, eso no bastaba. El sistema exige pasos específicos: peticiones familiares, perdones legales, procesos que muchas veces se pierden entre la burocracia y la desinformación. “Llevar un abogado el mismo día no cambia nada si los trámites no se hicieron antes”, advirtió la jurista.
“Crueldad disfrazada de política”
Castor fue enfática al señalar con el dedo a la administración Trump, acusándola de usar la deportación como un arma política. Para ella, este caso es “cruel, ilegal y una vergüenza nacional”. La congresista exige la concesión de un parole humanitario inmediato para que Heidy pueda regresar y reunirse con su hija.
En una carta dirigida directamente al expresidente Trump, Castor dejó claro que el trato recibido por la familia Sánchez-Valle “es repugnante a los valores estadounidenses” y que el regreso de Heidy es una cuestión de humanidad básica. También recordó el panorama crítico al que fue devuelta: la escasez en Cuba, la falta de agua potable y la represión política, que no garantizan condiciones dignas para una madre separada de su bebé.
“No puedo verla sufrir más”
En las redes sociales, Carlos Yuniel Valle ha expresado su desesperación, agradeciendo a Castor por su respaldo, pero también reclamando el silencio de otras figuras políticas, como la congresista republicana María Elvira Salazar.
“¿Dónde están los derechos humanos de este país?”, escribió en Facebook, al borde de la angustia. La ausencia de su esposa ha sido un golpe demoledor, no solo emocionalmente, sino también en el cuidado de su pequeña hija, que incluso fue hospitalizada por el trauma de la separación.
Desde Cuba, Heidy rompe el alma cada vez que habla. En entrevista con CiberCuba, suplicó que no la olviden: “Por favor, ayúdennos. Hagan todo lo que esté a su alcance para que yo pueda volver con mi hija.”
Un caso que refleja una lucha mayor
Este no es solo un drama familiar. Es una batalla moral y legal que pone sobre la mesa el conflicto entre las políticas migratorias de línea dura y los valores que, en teoría, defiende la nación. Para Castor, no hay espacio para medias tintas: “No puedes decir que eres pro-familia mientras le arrebatas una bebé lactante a su madre”.
El caso de Heidy Sánchez se ha convertido en un símbolo de algo más grande: el dolor de cientos de familias migrantes que, como la suya, han sido separadas sin compasión y sin una vía clara de reunificación.
Desde la isla, Heidy repite una frase que retumba como una herida abierta: “Me falta mi vida, me falta mi todo.”
Y con esas palabras, habla por muchas otras voces que todavía esperan justicia.