Mientras en Cuba la gente inventa con velas, linternas y fogones para lidiar con apagones que duran hasta 20 horas, Miguel Díaz-Canel aterrizó este domingo en San Petersburgo como si nada, listo para participar en las pomposas celebraciones por el 80 aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi.
Lo recibieron con bombo y platillo en el aeropuerto de Púlkovo, donde el gobernador de la ciudad, Alexandr Beglov, le dio la bienvenida junto a la tradicional ceremonia rusa del pan y la sal. Una escena bien elegante, mientras en la isla lo que falta es el pan, y la sal ni se diga.
Beglov no perdió la oportunidad de soltar un discurso cargado de historia y flores: “Es un honor que su visita empiece en nuestra ciudad. Aquí también lucharon héroes cubanos como los hermanos Aldo y Jorge Vivo, que nunca serán olvidados”, dijo con tono solemne.
Claro, no todo fue ceremonia. Díaz-Canel y Beglov tienen en agenda hablar de cooperación económica, cultural, educativa y vaya usted a saber cuántas cosas más, aunque la experiencia reciente indica que muchas promesas se quedan en papeles y titulares.
También se dice que el presidente cubano participará en actividades por el 65 aniversario de las relaciones diplomáticas entre Rusia y Cuba, pero el plato fuerte es sin duda la conmemoración del Día de la Victoria. Al evento también asistirán pesos pesados como Xi Jinping, Lula da Silva y Nicolás Maduro.
Pero mientras en Rusia Díaz-Canel se codea con otros líderes mundiales, en Cuba la gente sigue a oscuras. El país sufre un colapso energético cada vez más agudo: solo ayer, según datos oficiales, faltaban 1,400 megavatios para cubrir la demanda, y casi mil estaban fuera de servicio por, adivina… falta de combustible.
Tres apagones generales en menos de dos meses no son casualidad. Es la nueva normalidad. Y aunque en 2023 se anunció a bombo y platillo que Rusia enviaría 80 mil toneladas de diésel y equipos valorados en 62 millones de dólares, los resultados han sido prácticamente invisibles para la población.
El investigador Jorge Piñón, del Instituto de Energía de la Universidad de Texas, lo dijo clarito: “Los rusos prometieron petróleo, pero no hemos visto ni un solo barco rumbo a Cuba”. Y para colmo, los envíos desde Venezuela, que antes salvaban la papeleta, se han reducido a la mitad.
¿Quién ha sacado la cara? México, que entre 2023 y principios de 2024 mandó 7.4 millones de barriles de petróleo, evitando un colapso total. Pero eso es un parche, no una solución.
La economía cubana sigue cuesta abajo: cayó un 1.9% en 2023 y, aunque el gobierno promete que crecerá un 1% en 2025, la CEPAL ya vaticina otro año en rojo con un -0.1%. Para arreglar el sistema eléctrico completo, se necesitarían 10 mil millones de dólares. Imposible, cuando la isla apenas produce 40 mil barriles diarios, muy lejos de lo que necesita.
Así que mientras Díaz-Canel sonríe para las cámaras en la Plaza Roja, millones de cubanos siguen inventando cómo cocinar sin corriente, cómo guardar la comida sin frío, y cómo aguantar otra noche de calor y mosquitos sin un triste ventilador.
Otra visita más, otro viaje, otra promesa… y la oscuridad sigue mandando en Cuba.