Hay historias que te dejan sin palabras, y la de esta joven cubana es una de ellas. En TikTok, bajo el usuario @lachina_cubanita_1, compartió con valentía lo que vivió para llegar a Estados Unidos. Una travesía solitaria, marcada por el hambre, el miedo constante y el dolor físico y emocional. “Llegué hace dos años y cuatro meses con una mochila al hombro y el corazón en la garganta”, confesó. Lo que le esperaba en ese viaje fue, según sus propias palabras, su peor pesadilla.
Desde el primer momento, su vida estuvo en riesgo. Viajó en carros destartalados, por caminos inestables, guiada por hombres armados que no siempre transmitían confianza. “Temí por mi vida en cada vehículo, en cada tramo del trayecto”, relató. Incluso evitó por muy poco un grave accidente donde varios compañeros de ruta resultaron heridos. “Gracias a Dios, me bajé del carro a última hora… algo me dijo que no me montara”, dijo.
Pero si hubo un momento que la marcó, fue el cruce entre Honduras y Guatemala. “Esa parte del viaje fue un infierno. Nos subieron a camionetas por unos barrancos llenos de lodo, sin espacio para respirar. Yo pensé que íbamos a caer”, contó. Y por si fuera poco, fue víctima de extorsión: le quitaron todo el dinero que llevaba. “Si no entregaba la plata, me amenazaban con entregarme a la migra”, recordó con voz entrecortada.
En Guatemala vivió otro episodio brutal: “Nos dejaron en un camión, bajo un sol inclemente, más de 30 minutos. Había niños, ancianos… la gente se desmayaba. No podíamos ni pedir ayuda, porque la policía estaba cerca”. También contó que fue golpeada varias veces durante la ruta, y aunque ya está en suelo estadounidense, confiesa que las secuelas del trauma la siguen acompañando.
Su testimonio no quedó solo: decenas de migrantes comentaron experiencias similares. Una mujer compartió que pasó lo mismo, pero con un niño de un año en brazos, y estuvo diez meses atrapada en México. Otra confesó que cruzó once países antes de llegar a EE.UU., y que aún no puede contar su historia sin romper en llanto.
A pesar del horror vivido, esta joven cubana cierra su video con un mensaje lleno de fuerza y propósito: “Pasamos por demasiado como para vivir en piloto automático. Desde que llegué, me propuse una cosa: hacer que cada día cuente”. Su historia, como la de miles, es un grito de resistencia, un canto a la esperanza y un homenaje al espíritu de lucha del migrante cubano.