En medio de la desesperación y el deseo de libertad, Juan Aguado Cuéllar, un opositor cubano, se lanzó a la aventura migratoria que muchos han soñado… pero que a él lo llevó directo a una celda en Texas. Su historia es un reflejo crudo de cómo las nuevas políticas migratorias han convertido el sueño americano en una pesadilla para más de un cubano.
Aguado llegó a México en septiembre de 2024, tras escapar del control férreo del régimen cubano. Su idea era pedir asilo legalmente a través de la app CBP One, como han hecho miles. Pero no le dio tiempo: el programa cerró cuando Donald Trump regresó a la Casa Blanca, y con él se vinieron nuevas reglas mucho más estrictas.
Desesperado, sin empleo ni familia en México que lo apoyara, cruzó la frontera hace apenas tres semanas. Hoy está detenido en una cárcel migratoria en Texas, enfrentando cargos criminales por entrada ilegal, según reportó Univisión. Su situación es delicada: podría pasar entre 45 días y ocho meses preso.
“Me lo quitaron todo: cartas, fotos, papeles… todo lo tiene inmigración”, contó Aguado en un audio que envió a su hermano, residente en Miami. Esa voz cargada de angustia fue lo que impulsó a su familia a buscarle ayuda legal lo más rápido posible.
Su abogado cree que hay altas probabilidades de demostrar «miedo creíble» ante una deportación. Porque está claro: si Juan regresa a Cuba, lo espera la cárcel. “Lo van a meter preso como a un animal”, dijo su hermano, convencido de que el regreso sería una sentencia.
El caso de Aguado no es aislado. Desde que Trump endureció las políticas migratorias, los cruces ilegales de cubanos se han desplomado. Solo en febrero de 2025, apenas 150 cubanos lograron entrar a EE.UU., y la mayoría por México. El resto, por Canadá o vía marítima.
Ese desplome (93% menos encuentros que meses anteriores) tiene un origen claro: el fin del parole humanitario, el cierre de CBP One y un refuerzo brutal en la frontera. Las puertas se han cerrado casi por completo para los cubanos que huyen de la crisis.
Y mientras la situación en Cuba empeora, los caminos hacia Estados Unidos se vuelven cada vez más estrechos. Historias como la de Juan Aguado nos recuerdan que muchos no cruzan por capricho, sino por pura necesidad. Lo que antes era un riesgo calculado, hoy es casi una lotería… pero con consecuencias muy reales.