Lo que prometía ser una noche épica en el cuadrilátero terminó dejando un sabor amargo. Canelo Álvarez ganó, sí, pero salió con tremenda molestia del ring. ¿El motivo? Su rival, el cubano William Scull, pasó más tiempo corriendo que tirando golpes.
El combate se celebró en Arabia Saudita, y aunque el mexicano se llevó la victoria sin discusión, la pelea fue de esas que uno olvida rápido. Nada de fuegos artificiales, ni knockouts, ni drama de película. Scull, el matancero invicto hasta anoche, se pasó los doce asaltos dando vueltas como si estuviera bailando rumba en vez de boxear.
«Esto no fue una pelea», se le escuchó decir a Canelo tras bajarse del ring, visiblemente frustrado. Las tarjetas fueron claras: 115-113, 116-112 y 119-100. Pero a pesar del dominio en los números, la acción fue tan escasa que muchos fanáticos se quedaron con los ojos cuadrados esperando algo que nunca llegó.
Scull, que llegó con un récord impecable de 23-0, solo conectó 55 golpes de 293 intentos. Eso es apenas un 18.8% de efectividad, y casi todo a media máquina. Ni siquiera intentó intercambiar golpes, como si su objetivo no fuera ganar, sino simplemente terminar la pelea de pie.
Y sí, no lo tumbaron. Pero tampoco peleó. Esa es la verdad cruda. Para muchos, parece que el cubano ya se sintió realizado con solo compartir ring con una leyenda como Canelo. Como quien dice, “ya hice el cuento, ahora déjame cobrar”.
El estilo cubano volvió a ser tema de conversación, y no precisamente para bien. Esa escuela de más técnica que garra, de mover el cuerpo más que las manos, sigue generando opiniones divididas. Y esta noche, más que nunca, se le notó la falta de agresividad. Para la grada, fue aburrimiento puro.
Canelo, por su parte, sigue sumando logros. Esta fue su victoria número 63 como profesional, y aunque se llevó el cinturón de los supermedianos, lo que quiere de verdad es otro nivel de reto. Ya su mirada apunta hacia Benavidez o incluso Terence Crawford, rivales que sí le exijan subir el volumen.
Por ahora, lo de anoche quedó como una noche floja, con un mexicano dominante pero molesto, y un cubano que, según muchos, no vino a pelear… sino a no perder tan feo.
¿Pelea arreglada? Algunos en redes ya están soltando esas teorías. Lo cierto es que cuando falta el corazón en el ring, las dudas sobran.