La Fiscalía cubana acaba de soltar una nota que pone los pelos de punta: varios procesos penales están en marcha por actos vandálicos contra guaguas del transporte público en La Habana. Según explican, ya hay implicados identificados, detenidos y bien asegurados tras las rejas mientras se sigue investigando el asunto.
La cosa no es juego. Se han reportado ataques con piedras y otros objetos pesados contra guaguas en pleno servicio, causando roturas de cristales, parabrisas y hasta puertas. Pero lo más grave es que algunos pasajeros y choferes han salido lesionados, lo que ha encendido todas las alarmas.
La Fiscalía no se anduvo por las ramas y dejó claro que este tipo de comportamiento tiene consecuencias serias. En su comunicado señalan que “cualquiera puede prever que algo así podría causar daños importantes” y recalcan que las guaguas no son solo un vehículo más: son bienes sociales esenciales, sobre todo en una ciudad donde moverse se ha vuelto una odisea.
En medio de una crisis económica que tiene el transporte público al borde del colapso, este tipo de agresiones no solo deteriora lo poco que queda, sino que también pone vidas en peligro, tanto de quienes conducen como de los que dependen de estos ómnibus para llegar al trabajo, a la escuela o al hospital.
“Estos actos no solo son repudiados por nuestro pueblo, sino que también recibirán las sanciones que merecen”, advirtió la Fiscalía con tono firme, dejando claro que no van a dejar pasar ni una.
Y no son casos aislados. En marzo, por ejemplo, una guagua de la ruta 23 fue apedreada cerca del Museo Nacional de Bellas Artes, y ese mismo día, en el Cotorro, otra de la P7 también fue blanco de agresores. Pero quizás el caso que más dio de qué hablar fue en enero, cuando un estudiante, molesto tras discutir con el chofer, lanzó piedras contra un ómnibus de la ruta P11. Lo agarraron en el acto y fue procesado sin mucho cuento.
El patrón de estas agresiones preocupa porque afecta a rutas clave y en distintos puntos de la ciudad, haciendo que operadores y pasajeros anden con los nervios de punta. Y con la flota de guaguas ya bastante mermada, cada unidad dañada representa una pérdida difícil de reponer, empeorando una situación que ya es bastante complicada.
Mientras tanto, la Fiscalía insiste en que cumplirá con su deber constitucional y que, aunque se respetarán los derechos procesales, se pedirá todo el peso de la ley para quienes atenten contra el transporte público y la seguridad de los ciudadanos.
En una Habana donde montarse en una guagua ya es una aventura, ahora hay que sumarle el miedo a que te caiga una piedra por la ventana. Y como están las cosas, cuidar lo poco que queda no es solo tarea del gobierno: también del sentido común.