El gobierno cubano acaba de anunciar, con bombos y platillos, un nuevo plan de inversiones en la infraestructura aeroportuaria del país. La idea es renovar y modernizar las terminales, pero también es claro que esta movida busca sacarle más jugo al turismo internacional y mejorar el flujo de carga que entra desde el exterior.
Bajo la batuta de la Corporación de la Aviación Civil, ya se están viendo las primeras obras en el Aeropuerto Internacional Vilo Acuña, allá en Cayo Largo del Sur. Se han metido en serio: construcción de pistas nuevas, arreglos a las terminales y otros retoques que buscan poner el lugar en talla para recibir turistas con billetera llena.
Y no se quedan ahí. También hay movimiento en Cayo Coco, La Habana y Varadero, tres de los destinos que más divisas le dejan al país. Según Joel Beltrán Arches, presidente de la Corporación, Holguín, Camagüey y Santiago de Cuba también están en la lista de aeropuertos por mejorar.
“Más del 98 % de los turistas llegan por avión”, dijo Beltrán, recordando que la aviación civil es clave para mantener viva la economía nacional, que cada día depende más de lo que entra desde fuera. Por eso, aunque el turismo esté tambaleando, Cubana de Aviación se prepara para ampliar rutas a Alemania y España a partir de noviembre, como parte de su plan para reanimar el sector.
Pero ojo, que la cosa no es solo para los que viajan. También hay una prioridad en el manejo de cargas, sobre todo en tiempos donde el cubano de a pie depende cada vez más de lo que mandan los de afuera. Holguín y Cienfuegos se perfilan como puntos clave en este sentido, ya que por ahí entra buena parte de la paquetería internacional y los vuelos chárter cargados de mercancía.
Eso sí, como en Cuba todo se complica con la corriente, los apagones también han puesto en jaque a los aeropuertos. Para no quedarse a oscuras en medio de una operación, el gobierno dice estar instalando grupos electrógenos y sistemas de respaldo, porque, como reconoció el propio Beltrán, “los apagones nos han dado lecciones duras”.
Aunque las autoridades repiten que estas mejoras responden a las necesidades del pueblo, lo cierto es que el enfoque sigue estando en los turistas y en las cargas internacionales, que son las que traen los verdes. Mientras tanto, los cubanos siguen batallando con colas eternas, vuelos que se caen sin explicación y servicios que dejan mucho que desear.
En resumen, los aeropuertos están cambiando, sí, pero no precisamente para facilitarle la vida al cubano común. La inversión va dirigida donde hay más plata en juego, y esa realidad, aunque maquillada de discurso oficial, se ve clarita desde la pista.