Sandro Castro, nieto del fallecido Fidel Castro, volvió a hacer de las suyas en redes sociales con otro de esos videos que muchos ven como una mezcla de disparate, provocación y burla abierta al pueblo cubano. Esta vez, el heredero de uno de los apellidos más pesados de la isla se nos apareció disfrazado de algo así como un pirata-vampiro-ministro, en lo que algunos interpretan como un intento criollo de imitar a Donald Trump y su reciente show como «Papa» en una imagen viral creada por inteligencia artificial.
Vestido con una camisa blanca, gafas oscuras, pañuelo de calaveras y una cruz bien llamativa con brillantes falsos, Sandro se dirigió a su audiencia como si estuviera en una novela gótica tropical: “Hola vampirescos y vampiresas. Hoy salió Pilar a pasear porque hay buen sol y mar de espumas. Aunque los gorditos dan sombras, pero te ocupan el espacio…” y remató con su habitual bendición de caricatura: “Las bendiciones del Vampirach”.
En medio de ese arroz con mango, soltó un par de versos del poema “Los zapaticos de rosa” de Martí, una figura que su propio abuelo usó hasta el cansancio para sostener el andamiaje ideológico del castrismo. Solo que, en manos de Sandro, Martí suena más a meme que a Apóstol.
Lo que a simple vista puede parecer solo una payasada, para muchos es parte de un personaje creado con toda intención: el “Vampirach”, una figura absurda que Sandro utiliza para mantenerse en el centro del ruido digital. No es la primera vez que este “influencer de sangre azul” se descuelga con cosas así. Ya antes lo hemos visto en escenas absurdas: bebiendo cerveza Cristal en cámara, haciendo de médico improvisado o coqueteando sin filtro con muchachas, todo mientras el país se desmorona a nivel económico, político y humano.
El parecido con la estrategia de Trump no es simple coincidencia. Ambos parecen aplicar la misma lógica de escándalo continuo: mientras más revuelo, mejor. Solo que en el caso de Sandro, algunos se preguntan si todo esto no es parte de un guion más grande.
En un país como Cuba, donde cada palabra pública se vigila como si fuera oro, hay quienes piensan que las locuras de Sandro no son tan espontáneas como aparentan. ¿Y si todo este show estuviera siendo permitido, o incluso promovido, por la Seguridad del Estado? Sería un cortina de humo perfecta, ideal para desviar la atención de los verdaderos problemas: la miseria, la falta de libertades y la represión brutal que se vive día a día.
Mientras tanto, las redes sociales en la isla y en el exilio arden. Hay de todo: chistes, memes, insultos y hasta teorías sobre qué se mete el nieto del Comandante. Pero debajo de la risa, lo que muchos sienten es indignación y hartazgo. Porque mientras Sandro juega a ser estrella viral, Cuba se ahoga en apagones, hambre y dolor.
Y entre todo ese dolor está el caso de José Gabriel Barrenechea, preso político, cuya madre murió con el corazón roto por no poder despedirse de su hijo. Esa tragedia, como tantas otras, contrasta de forma grotesca con los shows frívolos del “Vampirach”, que actúa como si nada pasara más allá del marco de su celular.
La pregunta que flota en el aire es clara: ¿hasta cuándo va a seguir este circo? Y, lo más importante, ¿cuándo se acabará la burla para un pueblo que ya no tiene fuerzas ni para reírse?