Con su habitual estilo excéntrico y un vocabulario que parece sacado de otro planeta, Sandro Castro volvió a aparecer como su alter ego “Vampirach”, dejando a medio mundo con la ceja levantada y el pulgar listo para comentar. “Hola vampirescos y vampiresas. Hoy salió Pilar a pasear porque hay buen sol y mar de espumas. Aunque los gorditos dan sombras, pero te ocupan el espacio…”, soltó en su más reciente video, una mezcla de frases sin sentido y poses teatrales que muchos ya no encuentran graciosas.
Esta vez, el hijo del fallecido dirigente Fidel Castro Díaz-Balart cruzó una línea sensible: jugó con símbolos religiosos mientras mezclaba su personaje con tintes grotescos, algo que cayó como una piedra en el zapato para una buena parte del público, especialmente entre creyentes cristianos, católicos y evangélicos. Las redes sociales, particularmente la publicación de CubaCute Noticias en Facebook, se llenaron de mensajes de molestia y alarma.
“Dios no puede ser burlado, y el que siembra, recoge”, le lanzó uno. Otro fue más directo: “Esto lo han hecho otros antes, y mira cómo han acabado”. La mayoría de los comentarios no se limitaron al terreno espiritual, sino que apuntaron con fuerza al privilegio e inmunidad con los que Sandro se mueve.
“Si fuera un cubano de a pie, ya estuviera preso o desaparecido”, escribió una mujer indignada. “Pero como es ‘hijo de papi’, hace y deshace sin que nadie lo toque”, agregó otro. El malestar fue palpable, y no era solo por lo que decía o hacía, sino por lo que representaba: el reflejo de una élite que se burla del pueblo desde la comodidad de su burbuja de lujos heredados.
Para algunos, este show no es ingenuo ni espontáneo. Hay quienes creen que estas apariciones son perfectamente calculadas para distraer la atención del pueblo cuando las cosas se ponen feas. “Lo sacan a pasear cuando hay que tapar algo. Es el bufón oficial del régimen”, dijo un internauta con sarcasmo.
Tampoco faltaron los que cuestionaron su estado mental. Algunos sugirieron que necesita ayuda psiquiátrica urgente. Otros, más escépticos, creen que todo es parte de una estrategia para mantenerse visible, provocar y mantenerse en el centro del escándalo. Las teorías sobre si esto forma parte de un “reality” encubierto o una distracción oficial siguen cobrando fuerza.
Una de las frases más compartidas fue la de una usuaria que soltó con ironía: “Hay que hacer un programa ‘Con Filo’ hablando de él”. El dardo iba directo al programa oficialista que se dedica a atacar a opositores y periodistas independientes, pero que guarda silencio ante figuras como Sandro, protegido por su apellido y su linaje. Ese silencio, para muchos, grita más que cualquier palabra.
Incluso quienes antes se reían o lo veían como un simple personaje curioso, ya están perdiendo la paciencia. “Cada vez que sale, lo único que hace es recordarnos lo mal que estamos. Y encima se ríe en nuestra cara”, expresó un usuario que resumió el sentir de muchos.
A estas alturas, Sandro Castro se ha convertido en el símbolo de una generación de privilegiados que viven una realidad paralela, muy lejos de los apagones, la escasez y la desesperación que azotan al cubano de a pie. Su personaje “Vampirach”, lejos de ser solo un chiste, encarna la burla que muchos sienten venir desde las alturas del poder.
Y mientras él se pasea entre disfraces y frases sin sentido, la gente en la isla sigue esperando respuestas que no llegan… y sí, también sigue esperando justicia.