En una reunión reciente del Gobierno municipal de Diez de Octubre, en La Habana, el tema del pan —ese que no puede faltar en la mesa del cubano— volvió a calentar los ánimos. Y no es para menos. Según informó la Asamblea Municipal del Poder Popular, se presentaron nuevos precios para el pan, elaborados con harina que ya no viene del Estado, sino de fuentes no estatales como mipymes y cooperativas.
Este giro se da justo cuando la escasez y las quejas por la mala calidad del pan normado están en boca de todos. Tamaños ridículos, textura de chicle viejo y entregas que llegan cuando ya nadie las espera son parte del rosario diario en los barrios capitalinos. Aunque el comunicado oficial no suelta prenda sobre cuánto costará ahora el pan, fuentes locales aseguran que el golpe al bolsillo será duro.
Pan con harina privada… y precio premium
La harina ya no viene “por la libre”, sino que está siendo comprada a precios de mercado por actores económicos fuera del sistema estatal. Eso quiere decir que el pan, en vez de subir un poco, puede triplicarse o más, dependiendo del tipo y de dónde lo compres.
Hoy por hoy, en algunas panaderías fuera de la libreta, una flauta puede costar entre 25 y 40 pesos cubanos. Y si vas a un punto privado, el famoso pan sobado puede trepar hasta los 60 o incluso 100 pesos, si viene “grande y bonito”.
Una vecina de Santos Suárez no se anda por las ramas: “Hay días que no hay nada ni en el punto ni en la panadería. Y cuando hay, hay que volar, porque no alcanza para todo el mundo”.
Un panorama desalentador
La falta de harina ha desarmado el sistema estatal. En La Habana, el pan normado muchas veces llega tarde, mal y nunca. En algunos barrios, apenas si se garantiza para los niños y las personas con dietas médicas. Molinos rotos, combustible en falta y la levadura desaparecida del mapa completan la receta de este desastre.
El pueblo, mientras tanto, se las arregla como puede: esperando largas colas, comprando en la calle a precios que duelen o, simplemente, pasando el día sin el bocado más básico.
Lo que viene: pan más caro o pan que no hay
Aunque no se ha dicho cuándo arranca el nuevo esquema de precios, todo apunta a que es cuestión de días. La idea de usar harina del sector privado busca mantener algo de oferta en los barrios, pero el costo lo va a cargar, como siempre, el consumidor final.
Varias panaderías de La Habana ya están probando este modelo, y las redes sociales están llenas de reportes de pan vendido en paralelo, a precios bien alejados del subsidio estatal.
El miedo que ronda es claro: que el pan de todos los días se convierta en otro lujo más, de esos que solo pueden pagar quienes tienen divisa o ingresos extras. Y mientras tanto, el salario estatal y la chequera siguen estancados en la miseria.
Este nuevo modelo, aunque intenta evitar el colapso total del pan en la ciudad, puede terminar siendo la puntilla para muchas familias que ya están al límite. Porque cuando el pan falta o se vuelve inalcanzable, no es solo el estómago el que protesta. También lo hace la dignidad.
