La presa Zaza, el embalse más grande de Cuba, está pasando por uno de sus peores momentos: los peces están desapareciendo, la producción está por el piso y, como siempre, las autoridades le echan la culpa al mal tiempo. Sí, otra vez el clima es el chivo expiatorio preferido. Mientras tanto, la industria pesquera en Sancti Spíritus se hunde entre excusas, falta de recursos y una naturaleza agotada de tanto abuso.
Según el periódico oficial Escambray, hasta abril de este año solo se logró el 72.2 % del plan de pesca previsto. Eso significa que más de 250 toneladas de pescado se quedaron sin salir del agua, de un total de 914 que estaban planificadas. ¿Y qué hacen con eso? Pues nada, seguir echándole la culpa a los frentes fríos y los vientos fuertes.
Desde la Empresa Pesquera de Sancti Spíritus (Pescaspir) afirman que las bajas temperaturas al inicio del año, los vientos recientes y hasta la rotura de embarcaciones y tractores les han complicado el trabajo. Pero la verdad es que la cosa viene de más atrás. No hay aceite, no hay piezas de repuesto, no hay medios de transporte… ¡no hay ni ganas, parece!
Marelys Montelongo Álvarez, una especialista de Pescaspir, asegura que están “recuperando días de pesca” y uniendo brigadas, pero reconoce que las condiciones son mínimas. Aun así, la empresa mantiene su discurso optimista: cerrar 2025 con 3,035 toneladas de pescado. Suena lindo en el papel, pero con qué se va a pescar, ¿con la esperanza?
Actualmente, hay 13 brigadas activas en la Zaza: tres pescando a paño, dos con chinchorro y el resto con bocana. Todas están luchando contra otro obstáculo: una planta invasora que cubre gran parte del embalse. Sí, como si no tuvieran ya suficientes problemas.
Una de las “novedades” de este año, según Montelongo, es que volvieron a intervenir otras presas de la provincia como Lebrije y Felicidad, en Jatibonico. También están metiendo mano en algunas micropresas como Tres Palmas, La Larga e Higuanojo, donde al menos hay biomasa con tamaño comercial. Algo es algo.
Pero los problemas no son nuevos. En 2022 ya se hablaba de una caída en la cantidad de especies, incluso con la siembra constante de alevines. El sector acuícola de Sancti Spíritus lleva tiempo sin cumplir sus metas, y nadie se hace cargo.
Lo más triste es que, aunque Sancti Spíritus aporta casi el 30 % del pescado de agua dulce del país, ese alimento rara vez llega a la mesa de sus habitantes. Superaron las 3,000 toneladas en 2024, pero ¿quién lo vio? Porque en la red minorista y en las casas brilla por su ausencia.
La gente se pregunta, con toda razón, por qué no se ve el pescado en las tiendas. Las autoridades responden que sí se distribuye, pero que la demanda es tan alta que se agota enseguida. ¡Ajá! O sea, el pescado aparece y desaparece como un fantasma.
Además, señalan que la pesca furtiva también afecta la disponibilidad. Incluso se están haciendo operativos y aumentando la vigilancia para frenar esta práctica “ilegal” que, además, encarece el pescado en el mercado informal. Pero nadie habla de por qué tanta gente tiene que recurrir al mercado negro para poder comer un poco de pescado.
En marzo, el coordinador nacional de los CDR, Gerardo Hernández Nordelo, felicitó a un cubano que cría peces en su patio en Las Tunas. Una historia que parece sacada de un noticiero soviético, mientras la mayoría de los cubanos no ve pescado desde hace años… a menos que tenga dólares o conexiones.
El año pasado, las autoridades justificaron la crisis diciendo que, aunque estamos rodeados de mar, “no hay suficiente pescado para satisfacer la demanda”. ¿En serio? ¿Un país rodeado de agua y sin pescado? ¡Algo aquí no cuadra!
Como casi todos los sectores productivos en Cuba —la vivienda, el azúcar, la agricultura—, la pesca también se queda corta. El gobierno habla de falta de recursos, de energía, de equipos, de todo… pero sigue priorizando las exportaciones y el turismo. Y mientras tanto, la gente sigue con el plato vacío y la excusa servida.
Al final, el clima no es el verdadero problema. El verdadero desastre está en la sobreexplotación, la mala planificación y el abandono total de una industria que alguna vez dio de comer a miles. Pero claro, eso no lo van a decir en ningún parte oficial.