¡Habemus Papam! El Vaticano volvió a hacer historia este 8 de mayo, cuando el humo blanco salió por fin de la chimenea de la Capilla Sixtina y el mundo entero supo que ya había sucesor de Francisco. El elegido: Robert Francis Prevost, un norteamericano con raíces peruanas, quien desde ahora llevará el nombre de León XIV. La noticia se regó como pólvora y la Plaza de San Pedro estalló en alegría, entre aplausos, lágrimas y un sinfín de “¡Viva el Papa!” que retumbaban en cada rincón.
Prevost, nacido en Chicago allá por 1955, no es ningún novato en el mundo eclesiástico. Su vida misionera en Perú y su cercanía con América Latina lo pusieron en el radar como uno de los candidatos fuertes desde el principio. De hecho, hasta hace poco era el prefecto del Dicasterio para los Obispos y también presidía la Comisión Pontificia para América Latina. O sea, el hombre tenía poder y respaldo de sobra.
El cónclave no se hizo mucho de rogar. En su segundo día, los 133 cardenales metidos en la Capilla Sixtina se pusieron de acuerdo y eligieron al nuevo líder espiritual de los 1.400 millones de católicos que hay por el mundo. La espera fue tensa, con una primera fumata negra en la mañana que dejó a muchos con cara de «esto va pa’ largo». Pero ya por la tarde, la historia cambió: el humo blanco apareció y la plaza volvió a llenarse como por arte de magia.
La escena fue puro espectáculo. Gente regresando corriendo, algunos con termos de café en la mano, otros ondeando banderas o sosteniendo pancartas. Muchos eran turistas, peregrinos o simples curiosos que querían ser parte del momento. Todo el mundo mirando pa’ arriba, hacia la chimenea, con la esperanza de ver el desenlace en vivo y en directo.
Con la elección de Prevost, ya son tres los Papas que han sido elegidos en el mes de mayo. No es algo común, la verdad. El primero fue Clemente VI, allá por 1342, cuando la Iglesia tenía su sede en Aviñón, Francia. El segundo fue Pablo V, en 1605, que salió electo tras 27 rondas de votaciones. Ambos lideraron en épocas bien movidas para la Iglesia, y sus nombres todavía se estudian en los libros de historia.
Ahora, con León XIV, se abre un nuevo capítulo. El mundo católico está a la expectativa de cómo será este papado, marcado desde el inicio por una figura que conoce bien la realidad latinoamericana y que puede traer un aire diferente a la Iglesia.
Habrá que ver si su liderazgo se enfoca en temas sociales, en reformas internas o en fortalecer el papel de la Iglesia en un mundo cada vez más cambiante. Por lo pronto, la emoción está a flor de piel y los fieles tienen nuevo pastor. Y como se dice por allá en Roma: habemus papam, y que Dios lo guíe en este nuevo camino.