La noche del martes en Camagüey se puso caliente… literalmente. Un incendio en el taller de la Unidad Empresarial de Base Ómnibus Nacionales dejó a tres guaguas hechas cenizas. Los vehículos, que cubrían rutas tan vitales como Camagüey-Matanzas y Camagüey-Guantánamo, se quemaron en un abrir y cerrar de ojos cuando, pasadas las 8:00 p.m., las llamas comenzaron a devorar uno de ellos y luego se pasaron como chisme de barrio a los otros dos.
Aunque el fuego se puso feo, por suerte no hubo que lamentar pérdidas humanas. Los bomberos, que llegaron con refuerzos y pipas de agua de todos lados, lograron controlar el incendio antes de que la cosa se saliera de madre. Eso sí, las tres guaguas quedaron pa’ botar, totalmente destruidas.
Hasta el lugar se aparecieron de inmediato las altas figuras del Partido y del Gobierno provincial, junto con agentes del MININT, que ya andan metidos de lleno en la investigación para descubrir qué rayos fue lo que causó el siniestro.
Mientras los medios oficiales mantenían su tono serio y institucional, en las redes sociales se armó la de San Quintín. Algunos usuarios soltaron la lengua diciendo que esto huele a sabotaje, otros lo atribuyeron a la desesperación por los apagones. “Eso fue alguien que pasó la noche sin corriente y se desquitó con los ómnibus nacionales”, soltó un internauta con tono de sospecha.
Otros fueron más lejos todavía. En medio de la crisis energética que tiene al país encendido —pero no precisamente de luz—, surgieron teorías conspirativas y hasta comentarios con tinte político. “Parece que las órdenes del imperio a los mercenarios son sabotear el transporte”, lanzó alguien desde la otra orilla del espectro ideológico. Mientras tanto, no faltó quien dijera con desdén: “Esos carros ya estaban rotos desde antes”.
Lo cierto es que no hay versión oficial todavía sobre qué fue lo que provocó el fuego. Pero lo que sí está claro es que, últimamente, en Cuba los incendios andan a pululu. Desde almacenes hasta instalaciones clave del país, el fuego parece estar encontrando demasiadas oportunidades para hacer de las suyas.
Y aunque las teorías sobre sabotajes y encubrimientos de robos suenan cada vez más fuerte, también es verdad que con el nivel de deterioro que hay —donde se conecta una lavadora, una olla de presión y un ventilador a un cable pelado con una pared mojada—, cualquier chispa puede ser el principio del desastre.
