En una Cuba donde la vejez no garantiza descanso ni respeto, los abuelos y abuelas siguen en la pelea diaria por sobrevivir. Con pensiones que apenas alcanzan para un par de libras de arroz y algo de café, muchos se ven obligados a salir a la calle a «lucharla» como puedan. Pero en vez de encontrar compasión o ayuda, se topan con la frialdad y la represión del sistema.
Este miércoles, en pleno corazón de La Habana, el Parque El Curita se convirtió en escenario de una escena que ha dejado a más de uno con el alma encogida. Una anciana fue detenida por vender refrescos, y sí, aunque parezca increíble, fue tratada como si estuviera cometiendo un crimen grave. Todo quedó grabado en un video compartido por el medio independiente CubaNet, donde se ve a los agentes de la Policía Nacional Revolucionaria arrestándola y decomisándole sus productos.
Con una mezcla de dignidad y dolor, la señora le soltó a uno de los policías: “Tú me tienes que tratar como a una persona mayor, chico. Yo pudiera ser tu abuela. ¿Tú crees que eso me hace sentir bien?”. Su reclamo, dicho con la voz entrecortada, resonó entre los que miraban, impotentes ante el abuso.
Los testigos no se quedaron callados. “Eso es una injusticia, compadre, ¿qué más se puede decir?”, soltó un hombre mientras otro comentaba que la señora vendía lo básico: “refrescos, bolígrafos… nada del otro mundo”. Pero parece que en este país ni eso se puede hacer sin caer en la mira del poder.
Uno de los presentes lo dijo sin pelos en la lengua: “Te decomisan todo y después te clavan una multa de 24 mil pesos, aunque tengas 80 años. Aquí no hay consideración. El Estado no te da comida, no te da nada, y con lo poquito que uno compra en las mipymes, ni siquiera puedes venderlo”. Y como si fuera poco, contó cómo el guardia le arrebataba las cosas a la anciana de mala forma, al punto de tumbarle el celular mientras seguía maltratándola. “Esa viejita vive de eso, y ahora no tiene nada”, remató con rabia.
En las redes, la indignación no se hizo esperar. Muchos criticaron el trato inhumano hacia quienes deberían ser protegidos, no perseguidos. Pero este no es un caso aislado.
En febrero, el nombre de Héctor Julio Cedeño Negrín, un abuelo de 71 años, se hizo viral. Fue arrestado de forma brutal en plena calle Monte por levantar una pancarta que decía “Abajo la dictadura”. El video, compartido por el periodista Yosmany Mayeta, muestra cómo un agente de civil lo arrastró sin piedad hasta una patrulla. Aunque el hombre se resistió con la fuerza de quien ya no tiene nada que perder, no pudo evitar el abuso.
Y por si fuera poco, en diciembre ocurrió otra escena dolorosa en la Terminal 3 del Aeropuerto de La Habana. Un niño que vendía caramelos con una cubeta improvisada terminó llorando mientras lo subían a una patrulla policial. El periodista Mario Vallejo captó el momento exacto. El pequeño, al ver acercarse al oficial, intentó alejarse, pero no tuvo suerte.
En un país donde el Estado aprieta pero no suelta, donde los que más necesitan apoyo son los que más sufren, estas imágenes no son excepciones: son parte del día a día. Y mientras tanto, la gente sigue sobreviviendo con lo poco que tiene y con la esperanza, siempre viva, de que un día las cosas cambien.