La alfombra roja del Kremlin se volvió a extender para recibir al presidente cubano Miguel Díaz-Canel, quien viajó hasta Rusia para estrechar aún más los lazos con Vladímir Putin. La visita, cargada de gestos simbólicos y frases de camaradería, llega justo cuando Cuba atraviesa una de sus peores crisis económicas en décadas, con el pueblo agobiado por la escasez, la inflación y un éxodo que no para.
El encuentro coincidió con la conmemoración del 80 aniversario de la victoria soviética sobre el nazismo, una fecha sagrada para Moscú conocida allá como la Gran Guerra Patria. Además, se celebró el 65 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Rusia, que se reactivaron el 8 de mayo de 1960, cuando la Revolución cubana se afianzaba en el poder y comenzaba su luna de miel con el bloque socialista.
“Un pueblo que salvó a la humanidad del fascismo”
En su discurso, Díaz-Canel se deshizo en elogios hacia el pueblo ruso, al que calificó como “el salvador de la humanidad frente al fascismo”. También aprovechó para denunciar lo que considera intentos de restar protagonismo a la Unión Soviética en la victoria de la Segunda Guerra Mundial. La escena fue todo un acto de reafirmación ideológica, muy al estilo del teatro político internacional.
Putin, por su parte, no se quedó atrás en cortesías. Recordó que voluntarios cubanos lucharon junto al Ejército Rojo en los alrededores de Leningrado, como una forma de subrayar esa “amistad histórica” entre los dos países, que claramente va más allá de lo simbólico.
El apoyo de Moscú, una tabla de salvación para La Habana
Detrás de las sonrisas y las fotos de protocolo, lo que realmente se juega en estos encuentros es el oxígeno que Rusia le sigue inyectando al régimen cubano. Con la economía de la isla por el piso —fábricas paradas, apagones a diario, los precios por las nubes y la comida escaseando por todas partes—, Moscú se mantiene como uno de los pocos socios dispuestos a apuntalar a La Habana.
En los últimos años, Rusia ha reforzado su presencia en la isla a través de acuerdos energéticos, colaboración militar y hasta líneas de crédito. Todo eso le da al Gobierno cubano un respiro político y económico, justo cuando más lo necesita.
Un aliado firme en tiempos revueltos
Durante su estancia en Moscú, Díaz-Canel también inauguró una exposición conmemorativa por los 65 años de relaciones bilaterales y sostuvo reuniones con figuras clave del Kremlin. Según él mismo declaró, “la cooperación avanza con paso firme”, y aseguró que ambos gobiernos mantienen posturas comunes frente a los “grandes temas” de la agenda internacional.
Ese tipo de alineación no es nueva, pero sí cada vez más visible. En un mundo donde Cuba está cada vez más aislada, Rusia representa una especie de bastón geopolítico que La Habana no está dispuesta a soltar.
Una visita con sabor a urgencia
Más allá del protocolo y la historia compartida, lo que dejó clara esta visita es que el régimen cubano necesita más que discursos. Necesita dinero, recursos, respaldo internacional… y Putin parece dispuesto a seguir ofreciendo todo eso a cambio de una lealtad que no flaquea.
Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, la realidad de la mayoría de los cubanos sigue marcada por la sobrevivencia diaria. Y aunque en Moscú se hable de héroes y gestas, en las calles de Cuba lo que falta son los frijoles, la corriente y las oportunidades. Esa es la otra cara del apretón de manos entre dos presidentes que, cada vez más, se necesitan mutuamente para mantenerse en pie.