Santiago de Cuba amaneció con el alma hecha trizas. Este jueves, entre flores, lágrimas y un silencio que pesaba más que el calor oriental, familiares y amigos dieron el último adiós a Yannelis de la Caridad Casales Antón, la joven que fue víctima de un atroz feminicidio en Jacksonville, Florida, a manos de su pareja.
Desde la madrugada, personas allegadas comenzaron a llegar a la funeraria de su ciudad natal. El velorio, marcado por el dolor y la impotencia, tuvo que hacerse con el ataúd cerrado, porque las heridas que recibió Yannelis fueron tan crueles que, según contó alguien cercano, ni siquiera pudieron arreglarla para despedirla como merecía.
El cuerpo fue enterrado en el Cementerio Santa Ifigenia, muy cerca de donde creció. Aunque en un inicio la familia no sabía si podrían darle sepultura allí —porque el sarcófago traído del extranjero no cabía en las bóvedas locales—, al final optaron por una caja fúnebre hecha en Cuba para poder cumplir su voluntad: descansar en su tierra.
La comunidad santiaguera se volcó al lugar. Vecinos, amistades y hasta personas que no la conocieron personalmente, pero que se sintieron tocadas por su historia, llegaron a darle calor a los suyos. Porque cuando el dolor es tan grande, el abrazo colectivo se vuelve necesario.
Este crimen ha dejado una herida abierta, no solo en su familia, sino también en los corazones de muchos cubanos dentro y fuera del país. La violencia machista sigue dejando víctimas, sin que aún exista un sistema real de protección o justicia plena para tantas mujeres vulnerables.
Yannelis, de apenas 30 años, fue asesinada brutalmente el 30 de marzo en el apartamento donde vivía con su pareja, Carlos Yordanis Aldana, de 38 años, quien fue arrestado esa misma madrugada, herido y cerca de la escena del crimen. La policía lo encontró luego de seguir un rastro de sangre que los llevó directamente al cuerpo de la joven, lleno de puñaladas. Una escena desgarradora.
El suceso ocurrió sobre las 3:20 a.m., según reportó la Oficina del Sheriff de Jacksonville. Desde entonces, su familia vivió una verdadera odisea: recaudar fondos a través de una campaña en GoFundMe para poder traer su cuerpo de regreso. Y lo lograron. Cumplieron su último deseo de descansar en su país, rodeada del amor que en vida también sembró.
Hoy, más que nunca, toca alzar la voz. Porque cada Yannelis representa a muchas que aún están en peligro, y cada historia así no puede pasar como una más. Tiene que doler. Tiene que mover. Y tiene que cambiar algo.