La Habana está envuelta en un aire de incertidumbre que pesa como plomo, y todo por la desaparición de Cristian, un muchacho de apenas 25 años que salió de su casa el lunes con la idea de vender un teléfono y desde entonces no se sabe más nada de él. Su familia, desesperada y con el alma en vilo, no ha parado de buscar respuestas.
Ronald Valdés Alguino, su hermano, no ha perdido tiempo y se ha volcado en las redes sociales con la esperanza de que alguien, en algún rincón, sepa algo. En un post lleno de angustia, lanzó un grito al cielo digital: “Con el corazón roto les pido que compartan esto en todos los grupos posibles. Mi hermano Cristian está desaparecido”. El joven había salido con buen ánimo, pero no regresó. Desde ese momento, todo es silencio y preocupación.
Ronald también dejó su número de contacto —55648573— y mencionó un dato clave: el último registro del celular de Cristian marcó en Caimito, Artemisa. Esa es, hasta ahora, la única pista concreta que tienen. Pero hasta ahí llegan las certezas.
Desde que comenzó esta odisea, la familia ha seguido cada rastro como si fuera oro. Pero nada. Ronald confesó en otro comentario que han ido a varios lugares tras recibir supuestos avistamientos, pero todo termina en callejones sin salida. “Nada todavía. Nos dicen que lo han visto y vamos enseguida, pero seguimos sin respuestas”, compartió con tristeza.
Los días pasan, y con ellos se multiplica la angustia. La sensación de impotencia se hace más fuerte, porque no tener noticias de un ser querido es como vivir un suspenso eterno. La historia de Cristian no solo ha tocado a su familia: en redes sociales, grupos de vecinos y comunidades online, cada vez más personas se suman a la búsqueda. La imagen del joven ya circula de teléfono en teléfono, esperando que alguien la reconozca.
La familia insiste en algo que no se puede repetir lo suficiente: cualquier dato, por pequeño que parezca, puede ser la clave para encontrarlo. Y en un país donde las desapariciones están dejando una estela de preocupación y miedo, cada minuto que pasa sin respuesta es un golpe más al corazón.