El pan de cada día en Cuba está en candela. La escasez de harina de trigo ha tocado fondo y ahora mismo todas las provincias están remando contra la corriente para mantener, aunque sea, una mínima producción del tan necesario pan de la canasta básica.
Ante este panorama, los gobiernos provinciales han tenido que echar mano de lo que tienen y han tomado medidas bien drásticas. Como quien dice, están «inventando» para estirar lo poco que hay. En algunas panaderías ya no se trabaja solo con harina de trigo: le están metiendo calabaza y harina de maíz para poder producir algo parecido al pan. Sí, como lo oyes: lo que antes era plan B, ahora es la norma.
En Guantánamo, por ejemplo, el pan de la bodega no llegará a todo el mundo. A partir del 9 de mayo, solo podrán acceder a él los niños menores de 13 años y sectores sociales priorizados como hospitales, escuelas y programas de atención a personas vulnerables. Así lo anunció el Gobierno Provincial a través del periódico local Venceremos, confirmando lo que ya muchos intuían: la situación no pinta nada bien.
En el comunicado oficial, se explica que la falta de harina está ligada a problemas con la llegada del trigo al país, lo que impide mantener una distribución estable. Por eso, estas medidas —que aseguran son temporales— seguirán vigentes hasta que mejore la entrada de harina al territorio.
El gobierno cubano, como ya es habitual, atribuye la crisis a las restricciones económicas derivadas del embargo de Estados Unidos y también a las dificultades logísticas para importar trigo desde mercados internacionales más lejanos. Pero más allá de las razones oficiales, lo cierto es que la gente en la calle está sintiendo el golpe en lo más básico: el pan de todos los días.
Y aunque aseguran que están trabajando con formas de gestión privadas para garantizar algo de materia prima, el resultado aún no se traduce en soluciones para la mayoría del pueblo. El pan, ese alimento tan simbólico y esencial, se ha convertido ahora en un lujo reservado solo para unos pocos.