Una joven cubana se tiró con todo y móvil a mostrar cómo late uno de los rincones más crudos y auténticos de La Habana: La Cuevita, ese “mercado” a cielo abierto que muchos conocen, pero pocos se atreven a contar con pelos y señales. Y lo hizo a través de TikTok, donde su video empieza a moverse como pan caliente entre los usuarios.
“Desde que llegas, lo que ves es un gentío tremendo”, cuenta @kary_y_jony, mientras recorre con la cámara los pasillos de este icónico rincón del municipio San Miguel del Padrón. En sus palabras se respira una mezcla de asombro y resignación. Según ella, la gente se lanza para allá porque los precios, aunque sigan siendo duros, están un pelo por debajo de los de las tiendas estatales. Y por si fuera poco, “aquí hay más variedad que en cualquier TRD”, dice.
Pero no todo es compra y rebusque. Lo que también salta a la vista, y que la joven no se guarda, es el estado deprimente del lugar. Calles reventadas, basura por doquier y ni una sombra de un cesto para tirar algo. “No hay ni conciencia de higiene, asere”, suelta en un momento del clip, mientras enfoca los suelos llenos de desperdicios.
Otro detalle que le dio vuelta al estómago fue encontrar medicamentos por montones, como si fuera un botiquín paralelo. “Tú sabes que en las farmacias no hay ni una aspirina, pero aquí sí, como si nada. ¿Quién controla eso?”, se pregunta ella en voz alta, visiblemente preocupada. Porque sí, lo que se vende allí, muchas veces, ni se sabe de dónde sale ni en qué condiciones está.
Esta muchacha no es nueva en esto. Ya ha metido cámara en el Carlos III, en el Barrio Chino, en la Ciudad Deportiva y en varios rincones de La Habana profunda. Su enfoque es claro: mostrar, sin filtros ni adornos, la vida del cubano de a pie, esa que no aparece en los noticieros.
Algunos internautas han reaccionado con incredulidad. Una usuaria comparó el sitio con Haití, soltando un “¡qué horror!” que se sintió como un bofetón digital. Otros, más curiosos, simplemente dejaron emojis o preguntaron cómo llegar.
Pero la historia de La Cuevita no se queda en la mugre o el desorden. Este espacio lleva tiempo siendo epicentro de broncas, estafas y hasta agresiones, reflejando lo poco que pinta el Estado cuando se trata del control del comercio informal.
En marzo, una estafa terminó en una pelea violenta. Una mujer que estaba ahí pensó que iban a matar a uno de los implicados. “Era pa’ no creerlo, de verdad”, dijo mientras grababa la escena con el corazón en la boca.
Y no olvidemos lo ocurrido en diciembre del 2024, cuando un inspector estatal le cayó arriba con una bayoneta a un vendedor en pleno mercado, desatando un escándalo que aún hoy sigue generando debate sobre los métodos del gobierno.
Tampoco faltan los cuentos de horror: desde aceite que en realidad es agua con vinagre, hasta revendedores que juegan a ser boticarios sin ninguna regulación. En noviembre del 2022, un operativo dejó más de 50 detenidos, pero como todo en Cuba, el efecto fue corto y el problema sigue igualito.
Aunque en 2019 se anunció una “remodelación”, La Cuevita sigue siendo ese símbolo de cómo el desabastecimiento y la economía informal se han comido a la isla, con un Estado que prefiere mirar pa’l techo. Como bien se dice en redes, “aquí el mercado negro es quien manda, y el gobierno ni pestañea”.