Miguel Díaz-Canel apareció este domingo en redes sociales con su tradicional mensaje de felicitación por el Día de las Madres. Pero su saludo, cargado de poesía y desconexión, cayó como un jarro de agua fría en un país donde la maternidad se vive con más sacrificio que celebración.
“Feliz Día, Madre Cubana, maestra de la cotidianidad, que creas y sostienes la vida con la pasión y la belleza de los artistas”, escribió en la red social X, como si la realidad no estuviera dando bofetadas por todas partes. Cerró su dedicatoria con un «Gracias por tanto. Aquí va nuestro abrazo», palabras bonitas, sí… pero tan vacías como las neveras de muchas casas en la isla.
Porque la verdad, y la saben de sobra las madres de a pie, es que “crear y sostener la vida” hoy en Cuba es una hazaña. No hay comida suficiente, la ropa se remienda una y otra vez, y los zapatos se heredan con agujeros. Sin hablar del dolor de las sillas vacías en las mesas familiares, porque muchos hijos han salido volando del país en busca de un futuro que aquí ya no se ve ni con lupa.
Este Día de las Madres fue más bien un acto de resistencia. Muchas mujeres pasaron el día sin luz, con apagones que no dan tregua y sin medicamentos para atender a los más pequeños o a los mayores de casa. En vez de flores y pasteles, lo que reinó fue la nostalgia, la incertidumbre y la frustración de no poder darles a sus hijos lo mínimo.
El canciller Bruno Rodríguez también se sumó al show simbólico con su mensaje: “Calurosas felicitaciones a todas las madres cubanas, ejemplos de amor, resistencia, creatividad y sacrificio”. Al menos reconoció la parte dura del asunto, aunque lo maquilló con palabras dulces. Pero ni él ni nadie del gobierno mencionó cuánto más podrían hacer esas madres si vivieran con dignidad, sin tener que luchar por cada arroz con huevo.
Como regalo oficial para ellas, el régimen se sacó de la manga una «sorpresita»: la termoeléctrica Antonio Guiteras sincronizó de nuevo el sábado, tras un parón por mantenimiento. Supuestamente, eso aliviaría la crisis eléctrica para que las madres «pudieran disfrutar su día». Una gota de agua en un mar de apagones, que más que regalo, sonó a chiste de mal gusto.
Y así pasó otro Día de las Madres en Cuba. Con discursos cargados de lirismo desde las alturas, mientras abajo, las verdaderas heroínas siguen fajadas con la vida, como cada día, sin flores ni promesas, solo con amor y agallas.