Otra vez Sandro Castro, el nieto del mismísimo Fidel, regresa a las redes con una de sus “ocurrencias” que ya no sorprenden a nadie, pero sí siguen indignando. Esta vez, el “vampirach” de la farándula habanera se apareció en video, montado en una transpaleta como si fuera un rey de carnaval, con dos cervezas Cristal en la mano y vestido con ropa deportiva, paseándose por las calles vacías de lo que parece ser el exclusivo reparto Siboney.
Con su clásico estilo entre absurdo y egocéntrico, soltó un brindis para las madres cubanas, diciendo que esta semana subiría nuevos reels y hasta un “pasillito” bailando un tema inventado por él. Pero lo que terminó diciendo fue: “Ya quiero desde hoy ir felicitando a todas las madres de Cuba. Y todas beban muchas Cristach”. Así, sin filtros ni vergüenza.
Una escena más en su telenovela personal
Esta no es la primera vez que Sandro se lanza con una “felicitación” que parece más una burla que un gesto genuino. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, subió un video donde afirmaba estar “bajo la luz de la luna con tres mutantes que cayeron de la Tierra”, que, según él, le daban conectividad para enviar saludos a las mujeres. Las “mutantes” eran tres jóvenes que, entre risas y poses forzadas, lo acompañaban en otra de sus noches excéntricas.
En abril, para el Día del Estudiante, gritó frases sobre igualdad y unión mientras empinaba otra botella. Y el 1ro de mayo, desde el bullicio del desfile habanero, volvió a su pose de “Radio Vampiro”, cerveza en mano, celebrando el día de los trabajadores como si fuera un carnaval privado.
Entre privilegios y autos deportivos
Sandro no viene del barrio. Hijo de Alexis Castro Soto del Valle y Rebeca Arteaga Moras, nació en cuna de oro el 5 de diciembre de 1991, viviendo parte de su niñez en Punto Cero, donde solo vive la élite de la élite castrista. Más tarde, su madre se mudó al Náutico, otro rincón de privilegios.
Pero a diferencia de otros miembros de la familia, Sandro ha decidido exhibir sus lujos sin pena ni disimulo. Autos que parecen sacados de Rápido y Furioso, fiestas en yates, videos llenos de luces, copas y poses ridículas. Su vida es una vitrina constante de lo que pocos en Cuba pueden ni soñar.
¿Y las madres? Bien, gracias…
Cuando el “dios de la Cristach” invita a las madres cubanas a brindar con cerveza, ignora por completo —o simplemente le da lo mismo— que en la isla eso es un lujo casi imposible. Una sola lata de Cristal puede costar más de un dólar en las tiendas que venden para Cuba. Para muchas madres, ese dinero es la diferencia entre darle leche al niño o pasar el día con el estómago vacío.
Según un informe reciente del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el 89% de los hogares cubanos vive en pobreza extrema. La mayoría ha tenido que saltarse comidas. Muchas mujeres duermen en hospitales con sus hijos enfermos, venden sus pocas pertenencias para poder comprar medicamentos o comida, y lo hacen todo sin apoyo ni esperanza.
El brindis que no hace gracia
La realidad es que Sandro no está felicitando, está provocando. Su saludo parece una mofa lanzada desde una torre de cristal (y de Cristal). Mientras las madres cubanas cargan con el peso del día a día, él juega al influencer sin conciencia, sin respeto y sin noción de lo que realmente significa sobrevivir en Cuba.
Que el nieto del dictador que sembró el hambre y la represión en la isla aparezca celebrando con cerveza lo que para otras es sufrimiento, es una bofetada de espuma y descaro.
En un país donde ser madre es más bien un acto de heroicidad cotidiana, lo último que se necesita es que un niño rico venido a “vampiro digital” venga a burlarse con una lata de Cristal en la mano. Pero claro, para Sandro, todo es parte del show… aunque para millones, lo que hay es hambre y dolor.
