No, no es una película de acción ni una serie de Netflix. Esto pasó en la mismísima Santiago de Cuba: un hombre fue capturado en el municipio de Mella mientras desmantelaba, con toda calma y sin mucho apuro, partes de la vía del tren. Sí, lo que estás leyendo. Y no, no era por arte ni decoración. Este señor estaba robando piezas esenciales de la línea férrea, poniendo en juego la seguridad de todo el que se monta en un tren.
La noticia salió a la luz gracias al perfil oficialista Héroes del Moncada en Facebook, que no perdió tiempo en sacar pecho por la captura. Según ellos, el individuo se dedicaba a llevarse traviesas —esas piezas que sostienen los rieles— dejando la vía en un estado bastante peligroso para el paso de cualquier tren.
Y aunque el tono de la publicación fue bien heroico, lo cierto es que el hecho es alarmante. El texto decía que este tipo de delitos afecta seriamente la economía del país y que no se va a tolerar “ni un pelo” de quienes se dediquen a estas cosas. En resumen: el gobierno se pone duro cuando alguien atenta contra el poco transporte ferroviario que queda en pie.
Por si te lo estás preguntando: las traviesas son fundamentales para que los rieles no se muevan. Si las quitas, los rieles se desalinean y… ¡boom! Desastre ferroviario en potencia. Así que sí, esto es más grave de lo que parece.
Aunque no revelaron muchos detalles sobre el detenido —nombre, edad o motivaciones—, los perfiles afines al régimen celebraron la actuación de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) como si hubiesen atrapado a un villano de película. Dicen que actuaron rápido y evitaron una tragedia. Bueno, eso está por verse, pero al menos evitaron más daños.
Y ojo, que esta no es la primera vez. En abril, pasó algo parecido en Arroyo Naranjo, La Habana. Otro hombre fue sorprendido desarmando una parte de la línea ferroviaria con una mandarria en plena zona de Mantilla. Gracias a que los vecinos dieron la voz de alarma, la policía llegó justo a tiempo para impedir que se llevara las cabillas.
La realidad es que estas acciones no solo dañan una infraestructura que ya está en ruinas, sino que también pueden causar accidentes graves, incluso fatales. En un país donde el transporte público va a pedales, esto no es solo vandalismo: es poner vidas en riesgo.