Con el corazón en la mano y la voz temblando de impotencia, el actor y director cubano Alejandro Palomino usó su cuenta de Facebook para lanzar un grito urgente: su esposa, la actriz Nora Elena Rodríguez Cruz, está enfrentando una dura batalla por su vida y necesita ayuda. No solo médica, sino también espiritual, de esa que viene en forma de oraciones y buena energía.
Desde enero, Nora Elena ha estado lidiando con crisis respiratorias, problemas neurológicos, pérdida de movilidad, dolores en el pecho y en el brazo. Todos estos síntomas vienen de una Estenosis Aórtica Bicúspide, una afección congénita del corazón que no se cura con calmantes ni con rezos. Hace falta una cirugía urgente, pero como pasa con tantas cosas en Cuba, el camino no ha sido nada fácil.
“No somos ni tan frágiles ni tan fuertes como parecemos”, escribió Palomino con un nudo en la garganta. “Cuando un paciente suplica por su vida, lo mínimo es que reciba atención rápida, ingreso hospitalario y tratamiento quirúrgico, sin tanto rodeo”. Sus palabras tocaron a muchos, porque no hablan solo de su esposa, sino de miles que hoy están atrapados en el mismo drama.
El actor no se quedó solo en la denuncia. También tuvo palabras de agradecimiento para el personal del Hospital Cardiovascular de La Habana, donde su esposa ha sido ingresada por segunda vez. Mencionó con especial gratitud al Dr. Jorge Enrique Aguiar Pérez y a la Dra. Damaris, directora del centro, por el esfuerzo para que se concretara este ingreso. Pero dejó claro que el trabajo de los médicos choca a cada rato con una realidad hostil, llena de carencias e imposibles.
Aunque la operación todavía no tiene fecha, Palomino mantiene la esperanza de que se abra el camino. De que, en medio del caos, los esfuerzos médicos logren darle a su esposa la oportunidad que necesita para seguir viviendo.
Lo triste es que lo de Nora Elena no es un caso aislado. La salud en Cuba está en terapia intensiva. Más del 70 % de los medicamentos esenciales están en falta, lo que se traduce en más de 460 fármacos del cuadro básico que simplemente no aparecen. Mucha gente ha tenido que buscar en el mercado negro, o esperar que alguien desde fuera les mande una medicina salvadora.
Y los hospitales… mejor ni hablar. En muchos centros los pacientes tienen que llevar sus propias jeringas o boquillas, porque no hay ni lo más elemental. Hay historias —que parecen cuentos, pero son verdad— donde se han usado botones en lugar de insumos quirúrgicos. Así de fuerte está la cosa.
A eso súmale que en 2022 más de 12 000 médicos abandonaron el sistema, y la situación no ha hecho más que empeorar. Conseguir un especialista hoy es casi una misión imposible, y las filas para una simple consulta pueden ser eternas. Las farmacias están tan peladas, que la gente duerme en las aceras con la esperanza de agarrar un medicamento cuando llegue.