La cosa está tan apretada en La Habana que ahora ni los sillones del portal están a salvo. Una familia habanera amaneció el domingo con tremenda sorpresa: durante la madrugada, un ladrón se metió en su casa y se llevó dos sillones como si estuviera de mudanza. Y sí, quedó grabado en video.
El robo ocurrió el 11 de mayo bien temprano, cuando todavía muchos soñaban con café y pan con bistec (si lo hay). La víctima compartió el video en Facebook: Yenisel Portocarrero, quien además lanzó un llamado a la solidaridad vecinal. “Quien pueda ayudar a identificar al tipito este, hay una recompensa”, escribió. Ya tú sabes: el que lo conozca, que hable, que hay dinerito en juego.
En el video se ve clarito cómo el individuo se toma su tiempo. Primero corta la malla metálica de la reja del portal como quien abre una lata de conserva. Luego entra por la abertura que hizo, se agacha y empieza su «operación mudanza». Uno a uno se lleva los sillones de aluminio y suiza como si fueran de él. Tranquilo, sin apuro.
Eso sí, el tipo no es bobo: llevaba gorra, nasobuco y guantes. No por protocolo sanitario, sino para que nadie lo reconociera ni dejara huellas. Y por cómo se movía, ágil y sin titubeos, parece joven. Lo más increíble es que lo hizo todo en menos de tres minutos. A las 4:22 a.m. empezó, y a las 4:25 ya estaba calle abajo con los sillones al hombro.
La familia está convencida de que el ladrón es del barrio. Varios usuarios en los comentarios del video lo dijeron: seguro conoce bien la zona y sabía que había cámaras, por eso fue directo al grano. Planeó su movida como todo un “profesional” del crimen.
Y no es el único caso reciente. En La Habana del Este, otro ladrón terminó colgado de un piso alto, tratando de escapar con una cuerda hecha de sábanas, al mejor estilo película de acción. Los bomberos tuvieron que intervenir para bajarlo. Parece que ahora hasta para robar hay que tener dotes de acróbata.
Por si fuera poco, otra familia del reparto Bahía también ofreció 200 dólares por pistas que los ayuden a atrapar al ladrón que les vació la casa. En todos estos casos, la policía brilla por su ausencia y es la gente la que tiene que inventar recompensas, hacer de detective y cruzar los dedos para que aparezca algún chivatón con conciencia.
Los robos domiciliarios en La Habana no son nuevos, pero cada vez se hacen más frecuentes y descarados. Ya no importa si hay rejas, cámaras o vecinos despiertos: los ladrones van decididos. ¿Y el gobierno? Bien, gracias. Mientras tanto, las familias se aferran a la vigilancia casera y a la buena voluntad de la comunidad para recuperar lo suyo.