Desde una esquina cualquiera en Houston, Texas, un pedacito de Cuba salió a relucir entre frascos de encurtidos y palabras cargadas de nostalgia. El tiktoker cubano Guampy (@guampy07), conocido por su contenido espontáneo y solidario, compartió el encuentro con un compatriota que lleva nueve meses en EE. UU. sin respaldo institucional y separado de su familia. Y lo hizo con ese tono que solo alguien que ha vivido el desarraigo entiende.
“Miren pa’ acá, mis hermanos cubanos… esto es un guerrero de verdad”, dijo Guampy, mientras enfocaba al señor sentado humildemente en una silla plástica, vendiendo lo poco que tiene: pomitos de encurtido hechos con sus propias manos.
El hombre, con voz tranquila pero mirada cansada, explicó que no ha recibido ayuda de nadie desde que llegó. Ni subsidios, ni apoyos, ni una mano amiga… nada. A pesar de eso, no está pidiendo limosna. Está luchando, como buen cubano, poniendo el corazón en cada venta, a la espera de un futuro más justo.
Guampy, visiblemente tocado, no se lo pensó mucho. Dijo que ese hombre se iba con él para su casa. “Te voy a ayudar, porque eres cubano, y yo sé lo que se siente. No estás solo, brother”, soltó con emoción, comprometiéndose a movilizar a su comunidad de seguidores para tenderle una mano.
La historia se regó como pólvora en TikTok, tocando fibras sensibles por todo Estados Unidos y más allá. Los comentarios comenzaron a llegar a montones, ofreciendo comida, techo, compañía y hasta dinero. Gente de todas partes queriendo sumar su granito de arena. “Que venga pa’ mi casa, aquí va a tener comida y abrigo”, escribió uno. “Avísame dónde está exactamente, quiero ayudarlo en persona”, dijo otro.
Entre los comentarios, algunos lo reconocieron de inmediato. Al parecer, el hombre es oriundo de Caibarién, en Villa Clara, y ya desde Cuba era conocido como un luchador de los buenos. “Ese se pasaba las madrugadas vendiendo pan y dulce de coco en almíbar. De verdad que siempre ha sido fajao”, recordaron con cariño varios usuarios.
Pero lo que más impactó fue lo que muchos vieron reflejado en su rostro: una tristeza callada que se le escapaba por los ojos. “Esos ojitos me partieron el alma”, “Su cara lo dice todo”, “La soledad se le nota”, comentaron personas que, sin conocerlo, sintieron el peso de su silencio.
El día siguiente, Guampy regresó con otro video. Esta vez, para mostrarle al mundo que la solidaridad no se queda en palabras bonitas. Le entregó dinero recaudado gracias a sus seguidores, demostrando que, aunque las instituciones fallen, el pueblo cubano siempre responde cuando un hermano lo necesita.